La Semana Santa representa para el mundo católico una nueva oportunidad, una inspiración para buscar nuevos caminos, para iniciar una transformación personal, eclesial y por qué no también una profunda mudanza social, política.

Durante su mensaje cuaresmal 2023, el papa Francisco propone dos senderos para llegar a la meta, escuchar y actuar, enfrentar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.

Estos días santos pueden convertirse en un tiempo de gracia, en la medida que aprendamos a escuchar a aquel que nos habla, además de hablarnos en las escrituras, Dios lo hace a través de nuestro prójimo, valiéndose de los rostros y las historias de quienes más ayuda necesitan, de situaciones concretas, de crisis y circunstancias apremiantes como las que a diario atestiguamos en la sociedad y los medios de comunicación.

Levántense, no tengan miedo”. Justamente la segunda indicación para este tiempo de reflexión es evitar refugiarnos en conformismos, en temores que nos inmovilicen.

Aprovechemos esta pausa laboral y académica para trabajar en la conversión individual, pero sobre todo para reorientar el rumbo de nuestras comunidades, nuestras instituciones fundamentales, nuestro país, para a partir de la escucha, del encuentro, convertirnos en los artesanos de una nueva sociedad.

Es urgente valorar la trascendencia de la familia en el combate a la pobreza, la crisis educativa, inseguridad, corrupción y la violencia en todas sus expresiones.

Actualmente, factores como el incremento del bullying, las crisis de identidad en adolescentes y la aparición de retos que comprometen la salud y vida de los menores de edad, evidencian la necesidad de fortalecer las estructuras familiares, así como fomentar la convivencia, el amor, el respeto, la confianza y comunicación entre sus integrantes.

En político resulta imprescindible definir en lo personal, en nuestros entornos más íntimos y cercanos el modelo de nación a la que aspiramos, promover la reconciliación entre hermanos, terminar con los prejuicios y resentimientos con los que nos hemos acostumbrado a vivir en los últimos meses. Privilegiar el bien común por encima de egoísmos e ideologías contrarias a nuestra vocación e identidad nacional.

Nunca como hoy los grandes problemas de México, encuentran su solución en los ámbitos más esenciales y domésticos de la vida cotidiana. La familia, la persona y la comunidad. Sin caer en experimentos e improvisaciones, sin miedo, caminemos juntos, con fe y esperanza, para llegar a la meta.

 

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