El saxofonista Wayne Shorter, considerado uno de los mejores compositores de jazz de Estados Unidos de todos los tiempos, falleció a los 89 años, dejando atrás una carrera fructífera e innovadora plagada de éxitos.
Su agente Alisse Kingsley confirmó a la AFP su muerte en un hospital de Los Ángeles, pero no precisó las causas.
El enigmático compositor, una de las mayores leyendas del jazz de todos los tiempos, tocó con músicos de la talla de Miles Davis y fue líder de bandas prestigiosas como Weather Report.
Fue uno de los últimos grandes del jazz que se curtió en el apogeo del género en la década de 1950, cuando este sonido se apoderó de las salas de baile y ganaba terreno en los círculos intelectuales.
Nacido el 25 de agosto de 1933 en Newark (Nueva Jersey), Shorter empezó a tocar el clarinete de adolescente. Pero poco después lo cambió por el saxofón.
Con su hermano tocaban bebop, haciéndose llamar “Mr Weird” y “Doc Strange” por sus extravagancias, como llevar gafas de sol oscuras en clubes escasamente iluminados.
“Llevábamos la ropa arrugada, porque pensábamos que se tocaba mejor el bebop con ropa arrugada”, dijo Shorter a The Atlantic en 2004.
“Tenías que estar andrajoso para ser auténtico”.
Estudió en la Universidad de Nueva York, donde se licenció en educación musical en 1956, y pasó dos años en el ejército, donde tocó con el pianista de jazz Horace Silver.
“La gente empieza a tocar instrumentos a los cinco años, por lo que, pensaba que tenía que ponerme rápidamente al día”, dijo a The Washington Post antes de recibir en 2018 el prestigioso premio Kennedy Center, que celebra lo mejor de las artes estadounidenses.
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– “Compositor auténtico” –
En 19 de Art Blakey -fue su director musical 64, Shorter dejó a los Jazz Messengerscon el que alcanzó fama internacional-, para unirse al trompetista Davis.
El Segundo Gran Quinteto de Davis incluía al teclista Herbie Hancock, que se convirtió en uno de sus mejores amigos y colaborador habitual.
Davis describió a menudo la ética del grupo: “tiempo, sin cambios”, es decir, permitir el jazz libre sin desechar por completo los límites.
La colaboración se tradujo en algunos de los temas de jazz más conocidos del siglo XX, como “E.S.P.”, “Nefertiti” y “Footprints”.
“Wayne es un compositor auténtico” que trabajaba con las reglas musicales, dijo Davis en su biografía. Pero “si no funcionaban, las rompía, aunque con sentido musical; entendía que la libertad en la música era la capacidad de conocer las reglas para doblegarlas para tu propia satisfacción y gusto”, dijo.
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– Interpretar la eternidad –
En 1970, Shorter cofundó Weather Report, con el que se adentró por el jazz fusión, combinando armonías e improvisación del jazz con formas de rock, funk y R&B en desarrollo. E incluso con elementos electrónicos.
A lo largo de 16 años, la banda adoptó una nueva forma de tocar abandonando el formato estándar de solistas para tocar con acompañamiento con el fin de que todos los miembros de la banda improvisaran simultáneamente.
Shorter ya era famoso por derecho propio, pero sus colaboraciones con artistas como Joni Mitchell, Steely Dan y Carlos Santana difundieron su talento entre un público más amplio.
Su colaboración con Mitchell fue especialmente fructífera: Shorter trabajó en todos los álbumes que la cantante publicó entre 1977 y 2002.
“Una de las mejores experiencias que he tenido nunca fue escuchar una conversación con Joni Mitchell y Wayne Shorter”, dijo Hancock. “Bastaba con oírles hablar para quedarme con la boca abierta”. “Se entendían a la perfección”.
Mitchell también se deshizo en elogios con Shorter. Su forma de trabajar, era “la diferencia entre el genio y el talento”, aseguró.
Amante de los cómics y budista practicante, Shorter lanzó en 2018 “Emanon”, un triple disco dentro de una novela gráfica fantástica de 74 páginas que coescribió y que detalla las aventuras de un “filósofo canalla” que combate el mal con la verdad.
“Busco expresar la eternidad en la composición”, había dicho en su biografía de 2007.
Condecorado con la mayoría de los premios existentes a lo largo de su carrera y con una beca Guggenheim, siguió de gira hasta bien entrada en años, aunque sus problemas crónicos de salud acabaron ralentizando su ritmo.
Su ópera con la bajista Esperanza Spalding, que se estrenó en 2021, pasó sin pena ni gloria.
Creo que la música abre portales y puertas a sectores desconocidos a los que hace falta valor para saltar”.