Sentada junto al director, Momoko Nishiyama observa en la pantalla de control a un actor que desnuda a su pareja. Es una de las dos primeras “coordinadoras de privacidad” en Japón, donde la industria audiovisual se vio sacudida en los últimos meses por acusaciones de agresiones sexuales.
Presente en rodajes para el cine o la televisión -como el de esta serie con numerosas escenas “íntimas”, filmada cerca de Tokio-, vela por el bienestar de los actores sirviendo de interfaz con el realizador, a quien ayuda a poner en imágenes su visión.
Esta profesión, cada vez más común en los rodajes de Hollywood desde el movimiento #MeToo -nacido del caso Harvey Weinstein en 2017-, recién comienza en el archipiélago japonés.
“En Estados Unidos, todo el mundo sabe lo que es una coordinadora de privacidad, pero en Japón tengo que explicar lo que hago y detallar que no soy el enemigo del realizador”, precisa al AFP Momoko Nishiyama, de 43 años.
Su trabajo comienza antes del rodaje con una lectura atenta del guión. “Le digo al director ‘está escrito que A besa a B, ¿va más allá? ¿Hasta dónde se desnudan?'”, comenta.
Luego se entrevista con cada actor y actriz para preguntarle sus límites.
“Gracias a ella los intercambios son más fáciles”, confiesa Asuka Kawazu, de 23 años, una de las actrices de la serie. Sin coordinadora de privacidad, “a veces nos damos cuenta el día del rodaje que vamos más allá de lo previsto. Su presencia nos hace sentir cuidadas”, añade la actriz.
El director, Kenji Kuwashima, aprecia que la coordinadora “defienda a ambas partes. Al final todos quieren lo mismo: hacer la mejor producción posible”.
“Hasta ahora había una relación vertical en la que el director decía: ‘Haz eso’. Con la presencia de una coordinadora de privacidad se vuelve más igualitaria y es positivo para ambas partes”, estima.
Para rodar escenas realistas mientras protege a los actores, Momoko Nishiyama siempre lleva con ella una serie de almohadillas de silicona, para evitar el contacto entre las partes íntimas, y “maebari”, parches de género hechos a medida que cubren las partes sexuales.
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– Atmósfera disuasiva –
En 2020, Momoko Nishiyama realizó cursos en línea en Estados Unidos para formarse en su nuevo oficio, adaptado a los rodajes japoneses.
“Pero busco no adaptarlo demasiado, ya que impediría los cambios necesarios en la forma de filmar japonesa”, precisa.
En los últimos meses, los medios de comunicación en Japón difundieron las acusaciones de agresiones sexuales de varias actrices, provocando una reacción indignada de un colectivo de cineastas como Hirokazu Kore-Eda, ganador en 2018 de la Palma de Oro en Cannes por “Un asunto de familia”.
“Nos quedamos impactados” por los hechos reportados y la falta de reacción de la industria, explica a la AFP la realizadora Miwa Nishikawa, miembro de este colectivo, que denuncia los “actos imperdonables” de los cineastas que abusan de su condición para cometer violencias.
“Pensamos que esto facilitaría la toma de la palabra”, añade Nishikawa, considerando que el acoso “siempre estuvo allí, bajo la superficie”.
“Por desgracia, a diferencia de Occidente o Corea del Sur, donde el movimiento #MeToo es fuerte, la industria japonesa no supo evolucionar”, signo según la realizadora “de una falta de solidaridad entre los trabajadores de la industria y una estructura que los uniría y los protegería”.
El colectivo llama a la implementación de formaciones y reglas de la industria para enmarcar castings y rodajes, y a la generalización de las coordinadoras de privacidad.
Sin embargo, según Miwa Nishikawa, sería ingenuo creer que la presencia de estas coordinadoras hará cesar el acoso sexual. No obstante “velarán por la seguridad y la dignidad de los actores y del equipo”, lo que puede crear “una atmósfera que disuada el acoso”, destaca.
Momoko Nishiyama confiesa sentirse a veces “un poco impotente” ante la inercia de la industria para combatir el acoso. “Hay gente que quiere cambiar las cosas, y más y más platós de rodaje gozan de un ambiente saludable”, reconoce. “Pero creo que esto tiene que cambiar”, subraya.