Nada es para siempre. Ni las dictaduras de Nicolás Maduro en Venezuela, un ilustrado con poder, para seguir siendo un cacique. Pero en la desesperación el pueblo venezolano otra vez se echa a la calle. En esta ocasión son casi todos, sanitarios, funcionarios, los trabajadores están de nuevo en grito de guerra exigiendo salarios dignos ante la falta de poder adquisitivo

Es normal. Venezuela es uno de los países dónde la hiperinflación es mayor. El pasado año cerró con un trescientos cinco por ciento, la más alta con diferencia de toda la región. Su moneda, el bolívar, sigue devaluándose frente al dólar en un setenta y tres por ciento. El salario mínimo está en ciento treinta bolívares, el equivalente a siete dólares, por lo que se necesitan más de cincuenta sueldos mínimos para poder tener la canasta básica, que está cerca de los cuatrocientos dólares. Esto es lo que percibe una parte importante de los funcionarios públicos y más de cinco millones y medio de pensionistas y jubilados

El desempleo en Venezuela es una lacra. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela registró un desempleo del cincuenta y ocho por ciento hace tan solo tres años, en el 2020. Ahora esta cifra ha aumentado. Con una tasa de esas características lo normal es que ya hubiera habido un estallido social. Sin embargo, siempre que ha habido conato de ello, Maduro lo ha reprimido con una fuerza inusitada.

Otro de los grandes problemas es el éxodo forzoso que han tenido los venezolanos. Se han marchado de la dictadura de Maduro. Muchos de ellos lo han hecho de manera clandestina, buscando un mundo mejor para poder sobrevivir y hacerlo con libertad. Gran parte de esa diáspora está aquí en España. El disidente Leopoldo López que sufrió cárcel cuatro años y su padre –hoy eurodiputado– viven en España. También el antiguo alcalde de Caracas, Antonio Ledesma. Y así hay una pléyade de ínclitos venezolanos que siguen luchando para intentar derrocar a Maduro. Lo hacen desde fuera. Si desde dentro resulta muy difícil –que se lo digan a Juan Guaidó– desde fuera es prácticamente imposible.

Ante esta situación es evidente la movilización que hay contra Maduro en la calle. Y entonces surge la esperanza, la esperanza de que la ciudadanía podrá resolver esa situación, hoy irresoluble. Ya son muchos años de ver cómo surgen las revoluciones y como las aplasta el dictador, hoy Maduro, ayer Chávez.

En esta izquierda iluminada latinoamericana Maduro no está solo. En tiempos de Chávez sólo Nicaragua y Cuba seguían sus pasos. Sin embargo, hoy la mayoría de los países caminan en la dirección del radicalismo populista, que siempre defendió caminar por un callejón sin salida.

El recorrido de la calle se hace desde el corazón, pero el de la dictadura se hace desde la fuerza. Y ese, es muy difícil poder combatirlo.

 

  @pelaez_alberto