@guerrerochipres

La norma electoral carece de las previsiones correspondientes a una situación política como la que vive el país después del cambio de régimen en 2018.

Específicamente, mientras en algunos de los países más desarrollados de la OCDE, especialmente Estados Unidos o Inglaterra, se asume que un Gobierno es un equipo político en campaña permanente, la mediocridad de la norma mexicana, adicionada por el sesgo interpretativo de los peculiares y más vocales consejeros del INE, cuya identidad es autodefinida por la estridencia contrastante con el presidente Andrés Manuel López Obrador, evidencia el rezago de una ley que debe cambiar.

Mientras, nos confundirá a algunos, dentro y fuera de ese organismo electoral. Actualizar la norma fue demonizado. Lo serán, a voluntad de los cargos hermeneutas del INE, los actos que pudieron parecer de campaña.

En el caso de la sanción dirigida contra la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, puntal de las encuestas en la ruta hacia 2024, el INE no demuestra existencia de vínculo entre la voluntad de Sheinbaum y la propaganda #EsClaudia y, como el INE y sus seguidores acríticos viven fuera de todo sistema penal acusatorio que presume la inocencia hasta no demostrada la culpabilidad, ese organismo puede dictar medidas ejecutivas, enviar cartas a los secretarios del Gobierno para invitarlos a deslindarse de probables conductas de futuros hipotéticos.

Nada hubo parecido siquiera en el sistema inquisitorial previo, desplazado hace 14 años.

¿Qué hacer si los adversarios de Sheinbaum generan propaganda apócrifa solamente para perjudicar a la puntera en las encuestas? Ese tipo de tareítas aparecen en el menú de ciertos grupos públicos y privados. Quién sabe.

En el escenario de precampañas adelantadas, en un contexto de cambio de régimen, el INE se comporta, si hubiera que atribuirle sentido a sus decisiones como significativas del conjunto, como un instrumento obsoleto y visceral.

En aparente contradicción a su carácter de garante de la democracia y la libre expresión que ésta implica, el árbitro electoral censuró un mensaje de procedencia popular, que no de la autoridad —salvo que pudiera demostrarlo con un costo menor al del salario mensual de un consejero, por ejemplo—, ni a quien hace referencia, que alude a la mandataria de la capital nacional con referencia al proceso presidencial al escribir en bardas “#EsClaudia”.

En el contexto de la rendición de cuentas por los cuatro años de Gobierno de Sheinbaum Pardo en la CDMX, y de ejercicios de la democracia que la colocan, en promedio, con 60% de aprobación, muy similar a la del presidente López Obrador, cualquier posibilidad de sesgo o interpretación parcial debe ser evaluada en el contexto de una necesaria actualización del marco legal electoral de la actitud dolosa de la mayoría actual del INE.