El domingo 13 de noviembre, después de regresar de su finca en Chiapas, el Presidente -ya en Palacio Nacional- se reunió con su círculo más cercano y sus estrategas de comunicación, con la finalidad de preparar las respuestas de AMLO ante el inesperado éxito de la marcha a favor del NE.

Después de una larga discusión se palomearon dos grandes ideas: la marcha fue el “striptease del conservadurismo” –frase sin duda de Taibo– y así, una vez más, distraer y evitar la discusión de fondo. Pero la segunda idea fue la que dejó a todos más contentos: “¡Vamos a convocar a una contramarcha y les vamos a demostrar a todos quién es el jefe de jefes!”.

No es inusual en el mundo que desde el Gobierno se convoque a la población a manifestarse sobre un asunto de interés nacional, pero que desde el Gobierno se convoque a una manifestación para descalificar a los “otros” ciudadanos que no están de acuerdo con el régimen, se llama fascismo.

AMLO declaró que la idea de la contramarcha surgió después de consultarlo con sus colaboradores y que, “como lo nuestro es mandar obedeciendo, la gente quiere que marchemos” y pues, dócil y obediente, AMLO va a encabezar la contramarcha. Quedan “convocados”: Gobierno federal, gobernadores, líderes sindicales, Poder Legislativo, dirigentes de Morena, rémoras, y por supuesto, todos los beneficiarios de algún programa social que tienen que ir, sí o sí. Amor con amor se paga.

Y ya puestos a demostrar la fuerza del régimen, el Presidente aprovechará la ocasión para dar su IV Informe en el Zócalo. ¿Alguien sabe cuántos Informes ha dado? Y saber “si la gente está contenta con la 4T”.

Pero en esta lógica de AMLO hay algo que no cuadra, ¿si el régimen se siente tan fuerte como dice, por qué necesita hacer una demostración tan desproporcionada? De antemano ya sabemos que cuenta con todos los recursos -dinero, acarreados, beneficiarios, etcétera- para llenar el zócalo cuantas veces quiera. ¿Con qué nos quiere sorprender el Presidente?

Tal vez lo más llamativo fue la petición de AMLO de “una avalancha de votos en 2024”. Con esto queda claro que el régimen no tiene la certeza de que la sucesión presidencial se vaya a dar en las condiciones que ellos quieren: control absoluto del país.

El mayor problema de AMLO se llama Claudia Sheinbaum, su favorita para sucederlo y que, a pesar de todo su apoyo, Claudia no logra “controlar” la CDMX. Ella será la máxima beneficiada de la marcha. Urge rescatarla y lograr la continuidad de la 4T. El Maximato.

La contramarcha será, además, el inicio de la campaña de Morena para la gubernatura del Estado de México, que será muy competida. Coahuila lo dan por perdido. Hay que rescatar también a Delfina que sin AMLO sencillamente no funciona. Se complican los escenarios. Mucho.

¿Qué pasó en Palacio en realidad? Un enojo monumental del Presidente exigiendo explicaciones; caras largas en toda la mesa; Mario Delgado hundido en su silla; Claudia Sheinbaum lívida, sencillamente no da la talla para ser lo que AMLO exige; Ebrard muy serio, sopesa sus oportunidades, y Adán Augusto, mudo. Del enojo absoluto se pasó a la negación de la realidad, así nació la contramarcha, al ataque directo, con todo.

Mientras tanto, Ricardo Monreal sigue tejiendo su telaraña y anunció que él no irá a la marcha pues tiene compromisos en España, pero antes lanza su plataforma electoral Reconciliación Nacional, ante diez mil asistentes en la Arena Ciudad de México. Interesante.

Si hace algunos meses se hubieran planteado esta situación en Palacio Nacional, se habrían partido de risa. Hoy reina la incertidumbre.

@Pancho_Graue

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