José Ureña
 

Cada año el Senado entra en disputa.

Primero, en 2018, la pelea era quién debía presidir la Mesa Directiva para conducir las sesiones y equilibrar la distribución de cargos y comisiones.

Ricardo Monreal negoció a diestra y siniestra.

Primero convino con las demás fuerzas políticas, en especial con el panista Julen Rementería y el priista Miguel Ángel Osorio Chong, quién debería presidir la Mesa Directiva.

En acuerdo con ellos, aunque no con plena voluntad, les informó la vigencia de la ley y el reglamento parlamentario según los cuales le correspondía a la mayoría.

-Todo el sexenio la presidirán senadores de Morena -les sintetizó.

La siguiente tarea fue negociar internamente y por supuesto ahí estaba el grupo radical encabezado en ese momento por Martí Batres.

Sin problemas convenció a inconformes y en agosto de 2018 anexó a Martí votos morenistas, priistas, panistas, perredistas, petistas y hasta verdes.

Batres llegó a la Presidencia senatorial muy demeritado, aunque tuvo libertad para armar un equipo de auxiliares de algo así como 120 colaboradores con cargos millonarios.

Hacia afuera difundía una imagen distinta: por ejemplo, apareció ante los medios con una lonchera para según él demostrar la austeridad republicana.

DE VISITA EN PALACIO

Martí Batres quiso reelegirse en septiembre de 2019.

Midió fuerzas con Ricardo Monreal y no tuvo eco, ante lo cual el zacatecano -todavía con la venia de Palacio Nacional- optó por un equilibrio de género:

-Ya hubo un hombre, la Presidencia del Senado le corresponde a una mujer, y así sucesivamente.

Concilió votos por la tabasqueña Mónica Fernández, desconocida en el centro pero cuyo trabajo fue conciliador e impecable.

A continuación, con mucha autonomía, Monreal puso a Eduardo Ramírez en agosto de 2020.

Quiso democratizar su sucesión cuando el turno era para mujer, con varias candidatas: Martha Lucía Micher, Ana Lilia Rivera, Imelda Castro, Marybel Villegas y Bertha Caraveo.

El tema iba a votación cuando el Presidente de la República decidió remover de Gobernación a Olga Sánchez Cordero por Adán Augusto López, y de la noche a la mañana todo cambió.

Ahora la pregunta es:

-¿Cuál es la decisión de Palacio?

No hay señales, como no la hubo con otros nombramientos de gabinete, pero cabe un dato: en la lucha están Alejandro Armenta y José Narro Céspedes, como Higinio Martínez en espera.

Uno de ellos, zacatecano para señas específicas y representante del ala dura morenista, ya estuvo en el despacho presidencial y le fue muy bien.

Pero esperemos el índice supremo a través de Adán Augusto López.

EL LEJANO DE PALACIO

Le decían Amlito.

Desde Palacio, se dijo, le negociaron y supervisaron en una elección de baja votación su arribo al PRI.

-No critiques a López Obrador porque desatas la ira presidencial y sentencias tu muerte política -le aconsejaron varios priistas conspicuos.

No tomó nota.

Movió a la oposición contra la reforma eléctrica, ideada por López Obrador y redactada por Manuel Bartlett y se desató la venganza.

Esta no tendrá fin y él lo sabe.

Estamos ante una persecución sin antecedentes desde Carlos A. Madrazo, aunque eran otros tiempos y aquella no fue pública.

LEG

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