Y ahora resulta que Napoleón Gómez Urrutia, Napillo, sale indignado a pedir que se haga una investigación de fondo por el reciente accidente en la mina de carbón de Sabinas en Coahuila. Pero, ¿quién le cree? Absolutamente nadie, todos saben que si asomó la cabeza fue por oportunista, por hacerse publicidad y para seguir engañando con su falsa empatía y solidaridad con el gremio minero.

Si se trata de esclarecer accidentes y de iniciar investigaciones, debería empezar por exigir una de fondo, pero de su responsabilidad en el doloroso accidente en la mina Pasta de Conchos en 2006, donde murieron 65 mineros. Que nos explique porqué no se opuso y por el contrario, aceptó que los compañeros entraran a trabajar a una mina de carbón que no se encontraba en condiciones para seguir operando.

Que nos cuente, por qué le apodan el padre del outsourcing, que dé a conocer los convenios millonarios que pactaba con las empresas para permitir y autorizar este tipo de ingresos a las minas; que nos diga cuánto ganaba por cada compañero que trabajaba sin seguridad social.

Hoy, las redes sociales, las asociaciones civiles y los políticos le siguen reclamando no solo su actuar y responsabilidad en Pasta de Conchos, sino los abusos que ha cometido contra los mineros: el robo de los 55 millones de dólares del Fideicomiso Cananea, las huelgas eternas que obligaron a estallar en tres secciones para intentar doblegar a las empresas y al Gobierno para librar las órdenes de aprehensión por el descarado robo.

Napillo está vinculado a la minería pero no a la estabilidad laboral y mucho menos a la productividad, está ligado a los fraudes, al desempleo, a las huelgas, al cierre de empresas y a las muertes.

El desapego que Napillo ha mostrado a los mineros, más no así a las cuotas sindicales que le generan y de las que vive como millonario, es evidente: como presidente de la Comisión del Trabajo en el Senado no ha hecho nada por el gremio que según representa, lejos de ayudar e impulsar a que los compañeros tuvieran un mejor futuro, buscó cómo afectarlos y lo logró.

Gracias a él y a la iniciativa de reforma laboral que impulsó de la mano de la 4T, donde limitó el pago de utilidades, los mineros y demás trabajadores que recibían de manera libre y directa esta prestación dejaron de percibir, en algunos casos, hasta en 80%, desplomando sus ingresos en una época en donde la inflación no da tregua ni respiro.

Hoy no solo los trabajadores de Cananea luchan legalmente para que Napillo les regrese los 55 millones de dólares que les quitó, sino que ahora miles de mineros también emprendimos una lucha para restaurar por la vía legal y protección de la Constitución el derecho que nos arrebató al topar nuestras utilidades.

Napillo aseguró ser minero para adueñarse del sindicato minero, pero no hay un solo registro en el IMSS ni en el Infonavit que lo demuestre.

Napillo, el apoderarte de la Secretaría General del Sindicato y el convertirlo en tu empresa familiar no te hace minero, más bien te hace un arribista. Está por demás decir que no te importa lo ocurrido en Sabinas, ¿o acaso ya olvidaste que en Pasta de Conchos mostraste tu verdadera cara, cuando a unas horas de la explosión saliste huyendo a Canadá, abandonando a las familias mineras que buscaban de ti un poco de hermandad y se toparon con el desinterés y prepotencia de alguien que nunca fue minero? Ya deja de mentir.

 

  @CarlosPavonC