@guerrerochipres

 

La reconstrucción de la vida nacional debe transitar por la confrontación de decisiones políticamente difíciles, pero que son ciudadanamente necesarias. Implica revisión, decisión supervisora, transparencia en la obra pública y resultado satisfactorio final que pueda extenderse por décadas. Sí, por décadas.

La remodelación, renovación o reconstrucción de los sistemas de transporte es un encargo necesario más que una tendencia mundial reciente, inevitable en la medida en que sucesivamente se extingue la vida útil de la obra. Se ha vivido en el Metro de Nueva York, Madrid y París.

En 2017, la capital francesa inició la obra para una nueva red de Metro para duplicar la actual, con 200 kilómetros adicionales y 68 nuevas estaciones se prevé que esté concluida en 2030.

Ese mismo año, la Autoridad Metropolitana del Transporte de Nueva York anunció un plan a cinco años para la renovación de la infraestructura del Metro con una inversión de 37 mil 300 millones de dólares. Para mitigar el impacto en las y los usuarios, el servicio de 24 horas fue suspendido los fines de semana y por las noches en 70 estaciones.

Un plan complejo que ponderó el beneficio a la ciudadanía se eligió en la Ciudad de México al interrumpir el servicio de la Línea 1 del Metro para entregar una obra nueva y duradera que implica 35% más de capacidad. Una resolución que se postergó diez años.

La decisión de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirá contar con mayor seguridad, con trenes nuevos y de mayor capacidad, y un recorrido que se realizará de terminal a terminal en un promedio de 30 minutos.

Para comprender la magnitud de la obra, que requiere de una inversión de 37 mil millones de pesos es útil recordar que lo único conservable del sistema original serán los túneles. El resto será sustituido: 44 mil metros de rieles, 150 mil metros cúbicos de balastro, sistema de alimentación de energía, de control y seguimiento.

El impacto sobre las casi 500 mil personas que la utilizan todos los días requirió de una estrategia de movilidad integral, con apoyo de trenes en otras líneas, autobuses RTP, trolebuses y Mexibús, información sobre las rutas alternativas y la participación de más de dos mil funcionarias y funcionarios de la CDMX, incluida la jefa de Gobierno.

Incluso, a decir de los representantes de los medios de comunicación, siendo el primer día de un par de semanas de adaptación, ayer “no fue un caos”.

La remodelación de los más de 16 kilómetros que tiene en servicio la Línea 1 es la mayor que se ha asumido desde que el 4 de noviembre de 1969 se inauguró el tramo que corría de Zaragoza a Chapultepec. Fue el primero del país.

La CDMX no solo moderniza una red de transporte, participa de la renovación también del tipo y oportunidad de las decisiones y cómo las respalda.