Triste e indignante que se sientan orgullosos, y que lo sumen como logro, si bien saben que detrás de los 50 mil millones de dólares que presume el presidente de México proveniente de las remesas, hay auténticas historias de terror.

¿Primero los pobres? Ya lo decían desde hace cuatro años y sí, pobres eran los 27 mexicanos que murieron en un camión en San Antonio, Texas, tratando de huir del desempleo, de la pobreza, de la inseguridad y de la falta de oportunidades que se vive en cada rincón de nuestro país.

Es verdad, siempre han existido los mexicanos que intentan migrar de manera ilegal a Estados Unidos, pero no podemos cerrar los ojos, ni disimular las cifras que evidencian que México no ha crecido económicamente y tampoco se han creado empleos suficientemente atractivos para poder retener a quienes aspiran legítimamente a no tener un solo par de zapatos como sugiere el presidente López Obrador.

No, no es avaricia, la realidad es que nadie debe vivir tan limitado y por ello la esperanza de alcanzar el llamado “sueño americano”. En Estados Unidos, la jornada laboral se paga en 16 dólares por hora, algo así como 335 pesos, no se trabaja más de 40 horas semanales si es que no hay horas extras de por medio; en México la diferencia es abismal, el salario mínimo por día es de 172 pesos con 87 centavos y en la mayoría de los casos ni hablar de horas extras si es que no se cuenta con sindicato.

Díganme, en qué momento se puede presumir que tus ciudadanos huyan del país que gobiernas, por aspirar a tener una vida ya no mejor, sino digna. Si algún mérito tiene el Gobierno es ser el motivador del éxodo; tristemente la migración incluye a la familia completa, el riesgo que se corre de morir en el intento se multiplica.

El Gobierno no es generador de empleos, las empresas sí; sin embargo, lejos de encontrar una mancuerna para impulsar nuevas plazas de trabajo, se han topado con falta de apoyo, de incentivos y en algunos casos hasta con una persecución por parte del fisco. La creación de empleos formales bien remunerados cada vez es menor y los sectores con posibilidades de expansión son limitados por la misma administración federal.

La pobreza en las mesas de las familias mexicanas llega cada día más agresiva. En 2019, nuestros connacionales, con papeles y sin papeles, enviaron a nuestro país 38 mil 500 millones de dólares de remesas, hoy esta cifra se ha incrementado en 30% y no precisamente porque los salarios en Estados Unidos hayan aumentado como nunca antes, sino que precisamente esos 11 mil 500 millones de dólares extras seguramente son producto de más mexicanos buscando salir de la pobreza.

Nada tiene que ver el Gobierno con los estudios que han pagado las remesas, con las casas construidas o ampliadas, con los medicamentos comprados que no dan ni el IMSS, ni el ISSSTE, con los regalos del Día de la Madre o con la fiesta de XV años que enorgullece a las familias, eso, que quede claro, es logro únicamente de aquellos que día a día libran la migra y que despiertan con el temor de ser deportados.

Es momento que el Gobierno deje de ver como logro lo que para muchas familias es tragedia y separación, no bastan las condolencias tras las muertes ni ofrecer empleos sin prestaciones disfrazados de becas, es momento de tomar la responsabilidad de crear plazas formales con seguridad social, de trabajar junto con las empresas para estos fines, de lo contrario, seguiremos viendo el incremento en el cruce de indocumentados de la mano de historias como la de Texas.

 

  @CarlosPavonC