En México, por mucho tiempo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) campeó casi como opción única en el escenario político nacional, ya que el sistema de partidos era competitivo sólo en apariencia, pues aunque era tolerada cierta oposición, no existían posibilidades reales de alternancia, debido a la desigualdad de condiciones, por lo que se le cataloga como partido hegemónico.

La hegemonía se entiende como un método de control que no implica la amenaza ni el uso de la fuerza, sino que se logra mediante significados, percepciones, explicaciones, valores y creencias que son enseñados como la norma. En este sentido, las votaciones llegaron a ser un simple requisito para que el Presidente en turno designara a su sucesor en el tradicional fraude electoral, ante una sociedad expectante e impotente.

Este fenómeno cultural quedó de manifiesto, por ejemplo, en la película de 1965 titulada El señor doctor, protagonizada por Mario Moreno Cantinflas, en la escena en que una de sus pacientes embarazadas le cuenta los disgustos que le hace pasar su suegra, al entrometerse en todos los aspectos de su vida, incluso diciéndole cómo se llamará el niño, a qué escuela lo habrán de inscribir y “por cuál candidato tendrá que votar cuando sea grande”, a lo que el personaje principal contesta: “Pues por el del PRI, eso ya se sabe”.

En 1988, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, quien entonces militaba en el partido tricolor, manifestó su rechazo ante la falta de democracia interna en el instituto político, y al modelo neoliberal adoptado por el Gobierno de Miguel de la Madrid.

Para el año siguiente, consolidaría junto a otras personalidades de izquierda un partido contrahegemónico que se denominaría de la Revolución Democrática, y bajo cuya bandera llegó a su primera contienda presidencial, la cual perdería en medio de escándalos de fraude electoral, y con lo que empezó un movimiento social denominado resistencia civil pacífica.

Tras 12 años de lucha, y luego de que el PRD dejara de ser una alternativa real de alternancia, Andrés Manuel López Obrador ganó la contienda presidencial, abanderado por Morena. Ya como mandatario, el político tabasqueño ha sido fiel a sus principios y a sus métodos pacíficos, ahora para no ceder a la hegemonía de grandes potencias, especialmente la que detenta Estados Unidos en la región de Latinoamérica y el Caribe, y con el objetivo de establecer relaciones internacionales equitativas, según el propio derecho internacional.

La decisión del presidente AMLO de no asistir a la Cumbre de las Américas, que se está llevando en Estados Unidos (del 6 al 10 de junio), como protesta contra la no invitación a los gobiernos de Nicaragua, Venezuela y Cuba, resulta congruente con la política exterior que su administración ha mantenido desde 2018, y manda un poderoso mensaje al mundo: no hay países de primera, de segunda ni de tercera categorías, pues todas las naciones gozan de soberanía, y además, que el criminal bloqueo económico contra Cuba, que lleva más de 60 años, debe terminar, para favorecer el desarrollo regional y del país caribeño.

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