rótulos
Foto: Gabriela Esquivel / Durante décadas la calle República de Perú, también conocida como la “Calle de los Rotulistas”, albergó 11 talleres de este tipo; sin embargo, hoy sólo queda Martín y su negocio  

Martín Hernández, rotulista con más de 30 años de experiencia, desliza su pincel con gracia y firmeza, dibujando la grafía exacta que servirá para una futura manifestación en el Zócalo capitalino.

“Una organización vecinal nos encargó de urgencia, tenemos que entregarla a las dos de la tarde a más tardar. Este tipo de rótulos son los que nos llegan a pedir, también que se venden tortas, ceviches, refrescos preparados, diferentes cosas”, señala sonriendo, mientras que el pincel y la mano bailan conjuntamente, delineando cada letra en un acto que claramente se trata de un arte.

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Al lado tiene un boceto y a su sobrino Emilio, de 16 años, aprendiz suyo y quien heredará el arte de rotular, quizá como la última generación del mismo.

Durante décadas, la calle República de Perú, también conocida como la “Calle de los Rotulistas”, albergó 11 talleres de este tipo; sin embargo, hoy sólo queda Martín y su negocio: “Rótulos, Oficio de Letras”.

En el número 58 de esa calle, Martín ha realizado incontables letreros para sindicatos, organizaciones vecinales y campesinas que vienen desde sus lugares de origen, el sindicato de Pemex, museos y, por supuesto, locales cercanos a la Lagunilla, como puestos de tortas, barberías y tacos, entre otros.

“Ahí estaba uno de los talleres que por más de 60 años estuvo abierto diariamente, dando servicio de rótulos y ahí fue que el maestro Alberto Bernal lo toma como aprendiz (a mi padre), que tenía entre 7 y 8 años; empezó como mozo. Toda su vida se dedicó a la rotulación y yo soy el único hijo varón y a mí me tocó estar apoyándolo. Yo aprendí la misma práctica desde niño”, menciona Martin, quien heredó el oficio y lamenta que poco a poco esté desapareciendo debido a que los nuevos rótulos ya se realizan de forma digital.

Menciona que desde hace unos meses su trabajo ha decaído aún más, debido a que recientemente la alcaldía Cuauhtémoc comenzó a retirar los rótulos de la demarcación.

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“Es bien lamentable borrar así una tradición que tiene muchos años, probablemente no todos los maestros llegan a alcanzar la misma calidad y destreza de su trabajo, pero eso se va logrando con la práctica, algunos maestros de su propia mano hacen las cosas a su gusto, donde no sólo es una reproducción gráfica, sino que ponen una idea y hacen más creativo su trabajo, le da un cierto grado de arte. Pero la alcaldesa Cuevas no lo ve así”, menciona Martín con cierta melancolía.

Por otra parte, su colega Francisco, quien lleva más de 35 años realizando rótulos, también se muestra consternado: “no sé por qué razón una persona del gobierno y de esta forma tan ruin, tan atrasada… Pues no es válido, se corta toda una cultura, toda una historia que viene desde muy atrás”, detalló.

Al igual que Francisco, Rogelio, otro rotulista con 20 años en el negocio, cuenta con tristeza que “el trabajo ha decaído como no tienes una idea. Los rótulos siempre han estado en venta y la gente nos busca, porque nos conoce… Es parte ya de alguna manera de una tradición, de una cultura, y la alcaldesa tendrá sus razones políticas, pero es un acto muy repentino y hasta hostil en cierta medida”.

FRASE
“Ya quedan muy pocos en estas zonas, y no se vale que todo el trabajo que dejamos en las calles lo están quitando de esta manera”
Rogelio
Rotulista

Ya no más, la “Calle de los Rotulistas”

En la calle República de Perú, que era conocida por albergar a los talleres de rótulos, hoy se observan negocios de impresión de lonas y otro tipo de publicidad, acordes con la Era Digital.

Sin embargo, la labor de los rotulistas, siempre con su pincel en la mano, y sus talleres permanecen en la memoria colectiva de los vecinos de la zona.

Juan Romero, quien habita en una vecindad de esa calle desde que nació, recuerda que “antes había como cinco talleres en esta cuadra nada más, pero por eso de 2004 comenzaron a cerrar”.

“Lo nuevo eran las lonas impresas, pero muchos rotulistas no se adaptaron y les empezaron a comer la chamba”, señala.

Manuel, quien vende jugos desde hace años en la zona, comenta que con la desaparición de los talleres también la zona se fue “apagando”, y que la desaparición de este oficio es una pérdida para el arte mexicano, “pues había algunos anuncios que se veían muy bonitos”.
LEG