Mucho se habla sobre la sucesión presidencial pero poco o nada se ha dicho sobre las “corcholatas’’ de López Obrador para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Aunque Claudia Sheinbaum podrá opinar al respecto, la decisión final la tomará López Obrador.

Y si por él fuera, desde ya la candidatura sería para la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, a quien le tiene una confianza a prueba de grillas.

Rodríguez comenzó como secretaria general de Gobierno de la CDMX pero, ante la renuncia de Alfonso Durazo a la Secretaría, el Presidente la propuso como responsable de la seguridad ciudadana en el país.

La funcionaria fue una eficaz operadora política para Sheinbaum; discreta pero eficiente, tejió buenas relaciones con los partidos de oposición en el Congreso local y con las agrupaciones civiles que pululan en el centro de la ciudad.

Incondicional de López Obrador, Rosa Icela Rodríguez es bien vista en general y, con una buena campaña de posicionamiento, podría ser la nueva jefa de Gobierno.

En segundo lugar está Martí Batres, el ultra, que cree que López Obrador “se la debe’’ y por ello ha comenzado a armar sus grupos de apoyo y promoción.

Batres ocupó el lugar de Rosa Icela Rodríguez en el organigrama del Gobierno capitalino pero, a diferencia de su antecesora, no ha logrado construir los puentes que sí tendió la hoy secretaria federal.

Hay, sin embargo, un tercer tirador, discreto pero efectivo, no dado a las cámaras pero que goza de reconocimiento hasta de la oposición.

Se trata de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública de la capital, que ha tenido un buen desempeño en la dependencia como lo demuestran las cifras presumidas ayer por la propia Sheinbaum.

No es que haya desaparecido la delincuencia en la capital del país, pero sí se ha notado una reducción en algunas alcaldías.

El problema de la inseguridad en la CDMX no se resolverá en este sexenio ni en el siguiente, sobre todo cuando los cárteles de la droga acechan, pero no se puede negar que, comparada con otros estados como Jalisco y Nuevo León, la capital es una especie de burbuja.

La decisión sobre quién será el candidato de Morena al Gobierno de la ciudad debe ser tomada con todo cuidado pues la oposición, sobre todo el PAN, traen dos gallos que les pueden dar el susto de la jornada.

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Algunos piensan, en Morena, que la candidatura a la jefatura de Gobierno de la CDMX será la moneda de cambio para evitar que Ricardo Monreal deje al partido si no es elegido candidato presidencial.

Tiene cierta lógica, pero ayer el zacatecano reiteró que su intención es ser candidato presidencial.

Por el momento Monreal no contempla un plan B, y todo parece que cabría una posibilidad dependiendo de quién sea elegido candidato por Morena a la presidencia.

En 2018 Monreal disputó la candidatura a la jefatura de Gobierno, pero los resultados de esas encuestas fantasma de Morena, lo colocaron en segundo lugar, debajo de Sheinbaum.

Para que no abandonara el partido, López Obrador le ofreció ser el coordinador de los senadores de Morena, cargo que hasta el momento ha desempeñado.

¿Le interesaría a Monreal volver a competir por la CDMX?

Probablemente no; aunque no es un anciano, quizá el zacatecano esté ante la última oportunidad de su carrera para competir por la presidencia.

Su posición moderada frente a la radicalización del propio López Obrador le ha ganado enemigos al interior del partido pero también le redituó la simpatía de un sector importante de la sociedad y del empresariado, que agradecen que entre el griterío destaque una voz prudente.

 

LEG