Hay muchos programas de gasto público del actual régimen que no nos enteramos de su fracaso porque son asuntos lejos de los temas de ciudad de ese pequeño grupo de ciudadanos que tiene acceso a la información.

Sabemos, claro, del fracaso del aeropuerto Felipe Ángeles, porque desde un principio quedó claro que ese parche a la base militar de Santa Lucía no se planeó como se debe, desde el aire y hacia la tierra.

Tenemos claro que no se cumplió la promesa de la baja en los precios de las gasolinas, tal como lo aseguró en campaña el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Logró visibilidad la devastación ecológica del Tren Maya porque un grupo de personalidades puso al descubierto la manera como esta obra insignia de la 4T destruye la selva en la península de Yucatán.

Pero poco sabemos de cómo otros de los programas asistencialistas, que derrochan miles de millones de pesos, han resultado un fracaso.

La falta de controles en la asignación directa de lo que llaman Jóvenes Construyendo el Futuro ha abierto un hoyo negro para la dilapidación de los recursos públicos y ante ello hay poca reacción social porque hay nula información pública.

Otro programa que también ha demostrado su baja efectividad es Sembrando Vida. Suena muy bien reforestar el país con árboles frutales y maderables, pero en el terreno de la práctica ha fracasado en muchas partes del país.

Por testimonio directo de los beneficiarios sabemos que fueron capacitados, recibieron recursos inicialmente y sembraron las plántulas para este programa, pero nadie le dijo al Gobierno de López Obrador que estos árboles necesitan agua, mucha agua durante muchos años. Y si algo no tienen es agua.

Hay testimonios documentados de cómo muchos campesinos han deforestado miles de hectáreas de árboles adultos y sanos para sembrar plántulas y recibir el beneficio de este programa.

Quien ahora nos trae las evidencias del fracaso de este programa es su propio autor.

En uno de esos tantos bandazos ante los fracasos del sexenio, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador nos anuncia que su programa estrella de reforestación se convierte ahora en su programa estrella de autoconsumo.

Parte el líder de la 4T de otro error conceptual, pensar que México puede regresar a ser un país de tiempos de la post revolución de la primera mitad del Siglo XX y sembrar todo lo que se come.

México es un muy exitoso exportador de hortalizas y frutas tropicales que ha hecho de una parte de la agricultura un gran negocio intensivo en mano de obra y altas tasas de crecimiento, gracias a la especialización que trae consigo el libre comercio.

El plan antiinflacionario del Presidente pasa por decirle a los campesinos que dejen de sembrar las fresas que con tanto éxito venden en el mercado internacional para que planten maíz para el consumo interno.

Puede presionar este Gobierno a esos productores, como lo hace con otros empresarios. Pero también quiere López Obrador que los beneficiarios de Sembrando Vida planten entre sus frondosos árboles de limones, maíz y arroz, para no depender del exterior.

Más allá de no entender lo incompatible de un árbol frutal con un sembradío de arroz, la confesión es que fracasó Sembrando Vida y hoy lo quiere cambiar radicalmente. 

 

  @campossuarez