No tiene ninguna trascendencia el resultado del ejercicio de revocación de mandato del próximo domingo, porque realmente no hay nadie que seriamente quiera que se vaya el presidente Andrés Manuel López Obrador antes de que termine su mandato el 30 de septiembre del 2024.

Por lo tanto, no serán muchos los que tengan incentivos para salir un domingo de vacaciones a participar en una consulta sin sentido.

Sin embargo, no podemos perder de vista los usos alternos de este ejercicio. Porque, si bien nadie quiere que se vaya antes de tiempo, tampoco podemos aspirar a una sociedad que quiera que se quede López Obrador más de lo que marca la Constitución.

Somos un país en el que, durante más de cien años, se ha respetado el principio democrático de la no reelección. Así que López Obrador debe dejar la presidencia en 883 días. Somos también una nación que dejó atrás el Maximato hace casi 90 años. Y no queremos más de eso.

Es difícil pensar que el empeño que le ha puesto la 4T a la revocación de mandato, con todo y la descarada violación de las leyes electorales vigentes, tenga que ver solo con esa evidente necesidad del Presidente de tener un reconocimiento explícito del pueblo bueno.

Claro que López Obrador quisiera un respaldo explícito a la luz de los pocos resultados de su Gobierno, pero eso no justifica gastar mil 500 millones de pesos para conocer que los pocos que van a opinar lo harán mayoritariamente a su favor.

Pero eso no es todo, lo que hemos visto en este proceso de preconsulta, lo que veremos este próximo domingo, con movilizaciones masivas garantizadas hacia las casillas, y todo el periodo de post consulta, con un discurso ya estructurado contra el INE, son parte de un ensayo general, con miras a lo que habrá de suceder en apenas 27 meses, cuando sean las elecciones presidenciales y las elecciones concurrentes más grandes de la historia.

Si funcionarios públicos usan aviones del ejército para hacer campaña para el voto favorable al Presidente, es porque saben que pueden hacerlo y sin consecuencias.

En plena crisis de inseguridad, con más violencia que nunca en el país, un avión de la Guardia Nacional y funcionarios del más alto nivel encargados de la seguridad y la gobernabilidad pueden dedicarse a la campaña de la revocación de mandato sin que pase nada.

El domingo no será difícil documentar la movilización de las bases lopezobradoristas para tratar de generar volumen en las casillas. En no pocas oficinas públicas la consigna es reclutar participantes para la consulta so pena de sanciones si no los consiguen.

Y el lunes continuará, con todo, la campaña de desprestigio de las autoridades electorales con el único fin de crear un ambiente entre sus seguidores de respaldo a su contrarreforma electoral que les permita hacerse del control total del órgano electoral ciudadano y del tribunal encargado de atender los asuntos electorales.

Son, todos, movimientos muy predecibles del oficialismo y con un objetivo muy claro de garantizar la permanencia del régimen actual al costo que sea.

Sin embargo, no porque sea una estrategia evidente y hasta descarada, implica que haya una contundente respuesta social de defensa a las instituciones democráticas.

 

@campossuarez