Hoy termina la primera quincena de marzo y eso que sentimos todos en el bolsillo es como si siguiéramos escalando la cuesta de enero.

Esta es la combinación de la economía mexicana: no hay crecimiento y hay alta inflación.

Ahí están los numeritos. El Producto Interno Bruto (PIB) registró durante el 2020 una caída en términos reales del -8.2%, el rebote del 2021 fue de apenas 4.8% y durante el último trimestre del año pasado la economía tuvo un crecimiento del 0%.

Al mismo tiempo, la inflación general se mantiene arriba del 7% y las posibilidades de que suba más son altas.

De hecho, esta quincena que terminamos ya se notó que costaba más trabajo completar el gasto del supermercado, pagar el gas y de algún gasto extra, ni hablar.

Esa precepción que tenemos de que cada vez alcanza menos es totalmente real, no es la mala fe de los conservadores, ni herencia del neoliberalismo, es la realidad de enfrentar las tasas de inflación más altas del siglo en nuestro país.

Es un hecho que México pudo haber tenido un derrumbe económico menor durante el primer año de la pandemia y una recuperación más sólida durante el año pasado si tan solo el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no hubiera dejado solos a millones de mexicanos que perdieron sus fuentes de ingreso durante esos difíciles años.

Por esas telarañas ideológicas que nublaron a la 4T con el discurso de que los rescates eran de neoliberales, millones de personas se quedaron sin un ingreso mínimo vital. Esto implicó que millones de personas regresaran a la pobreza.

Sin red de protección el PIB se derrumbó y la recuperación per cápita del ingreso en México va a llevar más tiempo que este sexenio.

La inflación tiene que ver con las distorsiones mundiales que provocó el rompimiento de cadenas productivas con la pandemia y la recuperación súbita de algunas economías que presionaron la demanda.

Sin embargo, el hecho de que la inflación alta sea importada no significa que no cause estragos serios en nuestra economía, debilitada por la inacción gubernamental durante la pandemia.

La invasión de Rusia a Ucrania agudizó la crisis de precios en el sector energético y aceleró los incrementos en otras materias primas alimenticias y mineras.

Tantas presiones por tantas quincenas acabaron por confirmar entre los agentes económicos que no era tan temporal el aumento en los precios y se generalizó la expectativa de subir los precios.

Y, lo que son las cosas, ese mismo Presidente dejó en el desamparo a millones de personas en plena pandemia, que apenas y ganaban un pequeño salario, ahora quema miles de millones de pesos en recaudación fiscal para que los automovilistas no se enojen con López Obrador y su promesa de no subir el precio de las gasolinas.

Ese tipo de políticas son muy difíciles de entender, lo que sí queda claro es que la combinación que tenemos durante la primera mitad del año será una alta inflación y sin claras señales de recuperación económica.

 

@campossuarez