Donald Trump juega con todos… y todos caen en su juego. Mientras el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tiene que lidiar con los efectos negativos de una nueva guerra fría que amenaza con calentarse a niveles bélicos, el republicano jala para sí los reflectores de los medios para hacerse publicidad gratuita.

Si algo tienen claro los populistas es que pueden hacer enojar muy fácilmente a quien tiene la capacidad de ver las tonterías que hacen, mientras que sus bases habrán de aplaudir lo que sea que hagan. Saben vender muy bien la imagen de ser antisistema, aunque ellos sean un problema mayor que sus adversarios.

Entonces, Trump está de vuelta en la opinión pública con una tontería porque necesita sacudirse sus propios escándalos y necesita reflectores para emprender una nueva campaña electoral. Los tontos útiles hacen el resto.

Es en esa estrategia donde en nuestro país se inscribe de vuelta el penacho de Moctezuma.

Nadie le regatee al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su camarilla la maestría en el manejo de la propaganda. Si desde la oposición marcaban la agenda, en el poder la apabullan.

Sin embargo, cada vez queda más claro que, incluso entre sus seguidores, se permean con más fuerza las evidencias que dejan sin sustento aquellas palabras vacías de honestidad, combate a la corrupción, austeridad y transformación.

Son muchos hechos documentados de posibles actos irregulares que involucran a personajes cercanos al régimen, pero fue la casa gris del hijo mayor del Presidente la que hizo a muchos de sus seguidores reevaluar el discurso de la 4T.

Y del tamaño de la alberca de la casa de Houston ha sido el nivel de respuesta propagandística del régimen.

El ataque a periodistas, analistas, empresarios, organizaciones de la sociedad civil, clases medias, universidades y todo el resto de sus enemigos creados se ha topado ya con cierto hartazgo de sus seguidores. Y, por el contrario, empieza a ver preocupación social porque a la vez que maltrata a unos periodistas otros son asesinados.

Al desvelo de posibles actos irregulares en torno al primer círculo presidencial se suma el agravamiento de las condiciones económicas, con una inflación que afecta a todos, y un ambiente de violencia generalizada que va más allá de la guerra entre delincuentes, como se quiere presentar.

Por eso, desde la tribuna mañanera se dobla la apuesta. España, Panamá, Perú, Austria, Estados Unidos, quien sea que pueda despertar un sentimiento de unidad nacionalista.

El régimen quiere un pleito internacional, no lo logró con España, no tuvo nivel el encontronazo con los latinoamericanos, así que ahora voltea a Estados Unidos y al resto de Europa.

Metiches”, “mal informados”, o “mal intencionados” llama López Obrador a funcionarios y legisladores de Estados Unidos, mientras que vuelve a desempolvar el penacho de Moctezuma para llamar “arrogantes y prepotentes” a los funcionarios del Gobierno austriaco.

El régimen enfrenta una crisis política que afecta los fundamentales del discurso presidencial y, lejos de tratar de dar explicaciones que tengan alguna lógica, el control de daños apunta a abrir flancos distractores por todos lados.

El problema es que en la medida que no funcionan, sube la estridencia y, con ellos, las consecuencias.

 

@campossuarez