Ángel Álvaro Peña

La inestabilidad de la oposición se refleja en las postulaciones de algunos grupos de la sociedad que desesperados buscan a un líder a como dé lugar para competir en las elecciones de 2024 por la Presidencia de la República. Los partidos perdedores en 2018 debieron preparar cuadros desde el momento en que se informaron del triunfo de Morena, pero prefirieron evitar que gobernara.

Ahora, a menos de tres años de las elecciones para las elecciones de cambio de Presidencia y ante la proximidad de la consulta por la revocación de mandato, la desesperación la muestran en cada declaración, en toda movilización, en cada momento.

Cada personaje que asoma la cabeza en los medios para enfrentarse al poder, es, automáticamente, seleccionado por esos grupos como un posible contrincante político en las elecciones de 2024, mostrando una improvisación que no es nueva en los conservadores de los últimos años, quienes nombraban a secretarios de estado por amistad y no por sus capacidades, arrojando como consecuencia un desastre administrativo cuyas repercusiones todavía se muestran en la administración pública, que no querido depurar lo suficientemente para crear una verdadera nueva cara de la alta burocracia.

En el transcurso de tres años y un par de meses la oposición se queja del Gobierno, pero la sociedad debería quejarse de una oposición que no ha trabajado ni siquiera en provecho de sí misma, a pesar de que vive del dinero de los contribuyentes. La muestra de su pasividad se refleja en la carencia de un líder que de manera conjunta o por separado, pueda competir, en igualdad de circunstancias, contra el candidato de Morena.

En lugar de fortalecer un líder, la oposición prefiere desgastar a los que pueden surgir como candidatos a la Presidencia de la República en 2024, y de esa manera siempre perderá las elecciones. Así, en ese panorama, prefiere recolectar de la vida cotidiana sus posibles candidatos para postularlos como candidatos de una oposición que en casi 4 años no ha hecho nada.

Así, los nombres que la oposición ha mostrado como posibles contrincantes a la elección de 2024 surgen en cada momento. Primero surgió Claudio X. González, luego Alejandro Moreno Cárdenas, Enrique Alfaro, Francisco García Cabeza de Vaca, luego Ricardo Monreal, después Lorenzo Córdova, ahora surge de las tinieblas de los montajes Carlos Loret de Mola como presidenciable. Esto sin contar que quisieron reciclar casquillos quemados como Margarita Zavala, o Ricardo Anaya.

Mientras en el poder se foguean en la práctica de la administración pública la oposición recoge como si fuera cascajo a hombres y mujeres que se muestra opositores al régimen por una u otra razón, y los acoge como si fueran sus militantes de toda la vida. Si la oposición sigue por ese camino de espontaneidad no sólo perderá las elecciones sino los registros de los diferentes partidos que la conforman.

La oposición quiere que el destino le haga su trabajo y quiere que de entre la multitud surja alguien que pueda enfrentarse al poder sin diseñar estrategia, sin programa, sin proyecto de nación, simplemente basta con que esté contra el régimen actual y ya es, automáticamente digno representante de la oposición para competir por el puesto político más importante del país. Esto muestra una terrible irresponsabilidad y una afrenta a los mexicanos, así como un desprecio total por la democracia.

La oposición cuestiona al poder por lo que hace, pero la oposición mexicana debe ser criticada por lo que no hace. Si trabajara en lo que mínimamente es su responsabilidad social e histórica no estaría adoptando líderes y candidatos cada semana como si se tratara de huérfanos del DIF de Nuevo León, que sólo los ocupan un fin de semana.

Nadie duda de la capacidad de los mencionados, pero la manera de seleccionar candidatos se convierte en una ruleta que lo mismo les da sean capaces o no. Hay nombres que llegan al absurdo y otros que podrían poner a pensar al actual régimen, pero la forma de elegir candidato de la oposición pareciera ser parte de un salón de fiestas para niños.

Tanto el gobierno como los partidos de oposición subsisten con el dinero de los contribuyentes, por lo que se le debe exigir exactamente lo mismo y con el mismo rigor; sin embargo, pareciera que en estos años todo es permitido tratándose de la oposición, donde hasta las multas del INE son pocas o nulas, a cambio de las que se imponen al partido en el poder. La oposición se ha separado de la población tanto que ya le es indiferente a la gente si trabajan o dejan de hacerlo. Se concentran en que el gobierno trabaje y ya con eso se dan por bien servicios, porque era evidente que los regímenes anteriores tomaban a la administración pública como una beca de seis años.

Nunca antes en la historia de México hubo una oposición tan inestable y fuera de sus labores como ahora, frente a esta realidad la oposición debe tomar conciencia de su responsabilidad y dejar de hacer sus sorteos mensuales de candidatos que así como se encienden se apagan. La política es algo muy serio y ellos sólo quieren vivir de la política.

Los mexicanos ven en la oposición a grupos delirantes que cuestionan severamente, a veces con razón, pero que carecen de solidez propia porque no hay plan de gobierno sólo crítica al Gobierno. Esto debe cambiar porque el país exige de una oposición seria y trabajadora.

PEGA Y CORRE.- La gobernadora panista de Chihuahua empezó a realizar auditorías a su antecesor, el también panista Javier Corral. La Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción recibió de la Auditoría Superior del Estado una petición para que investigue desvíos que se cometieron en las cuentas del Congreso del Estado, por una cantidad aproximada a los 10 millones 800 mil pesos, que se repartieron en varias cuentas de particulares…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.