Pancho Graue

La palabra canciller tiene su origen en chanciller o chancelier -custodio del sello real de la Corona- y era un personaje muy influyente en la política exterior. En Alemania, hoy el canciller es el máximo responsable del Gobierno y en Latinoamérica es el responsable de la política exterior de un Gobierno. Marcelo Ebrard es la personificación casi perfecta del canciller.

Marcelo Ebrard es el político más interesante del gabinete de AMLO. Es el más experimentado e inteligente. Conoce el sistema político mexicano desde sus entrañas. Salvo el PAN, ha militado en todos los partidos políticos importantes desde hace más de 35 años: PRI, PVEM. PRD, MC, PCD y en cada uno de ellos ha tenido un papel relevante creando corrientes propias.

En cada momento de su vida política ha estado cerca de los personajes más influyentes de México: Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho, Cuauhtémoc Cárdenas, Felipe Calderón, AMLO y un muy largo etcétera.

Una historia que incluye éxitos -mejor alcalde del mundo en 2010- y fracasos terribles -New’s Divine y la Línea 12 del metro-. Tiene aliados poderosos y no pocos admiradores, a la par de enemigos de todo tipo, al extremo de un auto impuesto exilio en Francia. Si Marcelo es buena persona o no, ese es otro asunto. Pero Ebrard siempre regresa.

Pues resulta que don Marcelo es una de las corcholatas que AMLO decidió destapar para la sucesión presidencial que en estos momentos encabeza la súper corcholata, Claudia Sheinbaum. Hay otras dos corcholatas en circulación, Adán Augusto López, éste tiene la misión de neutralizar o eliminar a la corcholata descarriada, Ricardo Monreal.

Es la hora de Ebrard, y hay que hilar fino, ser sagaz y prudente. AMLO está atravesando un mal momento; su salud es frágil, la economía estancada y con una perspectiva negativa. Morena es un caos y para colmo su familia podría causarle más de un problema. Tiene por delante un calendario electoral endemoniado y que podría ser más complejo de lo previsto. Todo se ha vuelto urgente, y cuando es urgente, ya es demasiado tarde.

Marcelo ha salvado más o menos bien el tema de la Línea 12, pero hay algo aún más terrible que la calumnia: la verdad. Ese tema lo alcanzará sin remedio y deberá estar preparado.

Él sabe que posiblemente tendrá que luchar por la Presidencia desde la oposición, ese arte de estar en contra, tan hábilmente, que luego se pueda estar a favor -y viceversa- de tal suerte que tenga acceso a todas las opciones.

Siempre hay que estar en condiciones de escoger entre dos alternativas, y Ebrard es un experto en esa materia, eso lo diferencia notablemente del resto de las corcholatas. Es radicalmente anti radical.

En un entorno político tan volátil y radical, como buen diplomático piensa todo dos veces para después, prudentemente, no decir nada. Que los demás lo hagan, él está en lo suyo. Tiene la capacidad para que sus palabras puedan encubrir sus pensamientos.

Interviene de forma transversal e indirecta en las áreas más sensibles del Gobierno. Es uno de los personajes más influyentes en los temas de salud -López-Gatell lo aborrece- sin tener el reflector de todos los negativos que este asunto provoca. En la economía su actuación es determinante, por la capacidad de generar influencia en temas como la inversión extranjera y la muy compleja y determinante relación con Estados Unidos. Finalmente, en lo relacionado con la gobernanza del país, es un actor clave en materias tan sensibles como los migrantes y el control del tráfico de armas al crimen organizado. Estar en todo, pero no ser responsable directo de nada.

Su capacidad de tender puentes con la oposición definirá su futuro en su aspiración por la Presidencia. O como decía el canciller histórico por excelencia Talleyrand: “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”.

@Pancho_Graue

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