Foto: Ángel Ortíz En una cocina improvisada, los habitantes del plantón, indígenas triquis, cocinan los pocos alimentos que tienen a la manera de su tierra.  

“Somos sobrevivientes del desplazamiento forzado de Tierra Blanca, Copala, Oaxaca”, reza una manta sostenida por mecates a la puerta de un campamento de lonas de plástico y tiendas de campaña.

Entre el olor, el hacinamiento y el desorden que reina en el campamento, pareciera un mini campo de refugiados de Naciones Unidas… Pero es el centro de la Ciudad de México, frente a la imponente imagen de marmol del Palacio de Bellas Artes.

Ahí, desde hace meses, permanecen integrantes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI), originarios de Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, quienes fueron desplazados por grupos armados de su comunidad.

Mientras tanto, viven como pueden entre la marginación y la pandemia de Covid-19, que con su variante Ómicron ha vuelto a alzar los contagios en la Ciudad de México.

“Gracias a Dios nada de eso nos ha tocado. Nosotros no tenemos ninguna vacuna, ni nada de eso, pero no ha llegado nada de eso de la pandemia, nadie se ha enfermado, más que a veces les da diarrea o vómito, pero eso se quita en un rato, pero del Covid no hay ni rastro, hasta el momento”, narró Venustiana López, una de los habitantes del plantón.

Abundó que sí han recibido atención médica, pero ninguna referente al Covid ni relacionada a las jornada de vacunación, todas las atenciones han sido por padecimientos menores: “Ahorita ha estado viniendo una brigada y son los que atienden a veces, pero cualquier enfermedad leve, no el Covid”.

Desde que inició la crisis por la pandemia, una de las principales medidas sanitarias ha sido el lavado de manos constante, así como la limpieza y desinfección de superficies, medidas que no son posibles en medio de las circunstacias en las que viven, donde carecen de las mínimas medidas sanitarias, pues tienen que usar baños portátiles.

“Ahí ocupamos para bañarnos y para hacer nuestras necesidades, nosotros estamos pagando por ellos”.

“Ocupamos agua aquí de Bellas Artes, agarramos agua para lavar nuestra ropa, para lavar nuestros trastes, pero ya el agua para tomar, esa sí luego nos falta”.

“No sé si esté limpia o sucia, nosotros nada más la ocupamos”, afirmó Nayeli, otra integrante de la comunidad, respecto al agua que utilizan diariamente.

Además de la carencia de higiene en la que viven, el frío ha sido otro factor negativo para la salud de estas personas

“Nos hacen falta cobijas y suéteres, más para los niños cuando hace frío, y con la enfermedad sí les hace falta un suéter”, señaló Janeth, otra mujer del plantón.

Entre los mecates, exponen algunas de sus artesanías, hechas por verdaderas manos indígenas, las cuales cuelgan con tristeza ante la mirada casi siempre indiferente de los miles de capitalinos que pasan frente al plantón, ubicado en Avenida Juárez en su esquina con Eje Central, a las puertas de la calle peatonal y turística de Madero, la más transitada de la CDMX.

Lo irónico es que para retirar su plantón, esta gente dice que solo quiere garantías para poder regresar a su hogar. ¡Piden irse!

“Queremos que el gobierno atienda este asunto, porque ya cumplimos el año de desplazamiento forzado y ya vamos a cumplir el año, el 22 de este mes, de estar aquí plantados y ya es algo de tiempo y no hay nada de solución”.

Apenas el mes pasado entablaron un diálogo, pero la situación aún no se resuelve.

“Hubo diálogo en diciembre, pero nada más nos dijeron que nos esperáramos a que ellos iban a trabajar, pero aquí nada más nos tienen y nos alargan el tiempo para estar aquí y, la verdad para nosotros es muy difícil vivir en la calle, nosotros ya queremos regresar a nuestro hogar”.

FRASE
“La pandemia para nosotros no existe, nos enfermamos, pero tomamos hojas medicinales, como hierba amargo o hierbabuena”
Janeth
Habitante del plantón

 

LEG