Aunque estan agradecidos por la ayuda que reciben de la población mexicana, los migrantes instalados en la Casa del Peregrino, a espaldas de la sede de la alcaldía Gustavo A. Madero, mantienen el objetivo de llegar hasta la frontera norte del país.
De manera particular los nicaragüenses siguen con la esperanza de conseguir asilo político en Estados Unidos debido a la dictadura que impera en su país.
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Mientras que los hondureños, en su mayoría, relatan que salieron de su país por la pobreza, así como la falta de oportunidades y trabajo en la que viven, los salvadoreños, además de la violencia generada por las pandillas.
Algunos relatan que ya han probado suerte antes en nuestro país, pero fueron deportados y ahora, con el arropo de la caravana, intentan otro nuevo comienzo, pero su mira ya no es quedarse en México, sino cruzar la frontera.
Mercedes Jarquín tiene tatuadas en la memoria las fechas que han marcado su vida en los años recientes.
“Yo salí el 17 de abril de 2017, estuve dos años con una visa humanitaria, después salí de Tijuana, recogí a mi niña en Tapachula porque ya llevaba dos años sin ella”, cuenta a este diario.
“Volví, conseguí otra vez el documento de refugiada en la Comar, ya con la niña en 2019 regresé a Tijuana y el 13 de agosto de este año me agarra Migración, pero no me dan el chance de demostrar que tengo un procedimiento”.
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Casi de manera inmediata fue deportada hacia Guatemala. Triste, comenta que en Tijuana pudo establecerse e iniciar un negocio de comida, pero todo lo perdió; mientras tanto, su marido, quien instaló una “barber shop”, optó por “brincarse” a Estados Unidos.
Se unió a la caravana con la esperanza de llegar, ahora sí, a territorio estadounidense y pedir asilo político.
Luis también ya probó suerte en México, pero jamás pudo salir de Tapachula, es hondureño de origen y soldador de oficio.
Dice estar tan capacitado que cualquier material que le pongan enfrente puede soldarlo sin problema, pero eso no lo pagan en su natal Honduras… Ni tampoco en México.
“Allá (su país) hay hambre y no hay trabajo, aquí (en México) no hay hambre, pero tampoco hay trabajo”, dice un tanto desanimado y explica que en el país nunca falta comida, pues ciudadanos y autoridades les proveen, pero tampoco le ha sido posible emplearse en su especialidad.
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Por eso, su esperanza también está en llegar hasta la frontera norte y cruzar hacia Estados Unidos.
Mario Antonio viaja con su familia desde El Salvador y cuenta con su visa mexicana permanente, pero las agresiones que sufrieron el lunes en la entrada a la Ciudad de México le quitaron el ánimo para seguir en el país.
“Nos trataron como perros, peor que perros, nos dolió mucho lo que nos hicieron. Todos estamos dolidos por la forma en como nos recibieron”, expresa y no puede contener las lágrimas.
Ahora, comenta, deja en Dios lo que sigue, pues aún no toma una decisión sobre si continuará hacia el Norte junto con su esposa o peleará por una oportunidad en territorio nacional.
Por la tarde, cerca de 100 miembros de la caravana migrante se dirigieron hacia las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en Polanco, a través del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
Los individuos, principalmente haitianos, hondureños y salvadoreños, rechazan las visas humanitarias que brinda el INM y solicitan su permanencia en el país.
Sin embargo, tras esperar 40 minutos en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración sin ser atendidos, regresaron a la Casa del Peregrino.
Con información de Marco Fragoso
LEG