Héctor Zagal

Héctor Zagal

(el autor es profesor de Filosofía en la Universidad Panamericana)

Antes de 1963, la Iglesia católica no permitía la cremación para sus fieles, salvo en casos de emergencia, como las epidemias. El argumento fundamental para promover el entierro y no la cremación es que los católicos, al igual que Jesús, deberían enterrados para aguardar la resurrección de los muertos. Evidentemente, los teólogos no arguían que Dios no pudiese recomponer las cenizas en cuerpo. Si Dios puede resucitar muertos, también podría sacar un cuerpo de las cenizas. Actualmente, la Iglesia católica no pone objeto a la cremación, pero sigue prefiriendo el entierro tradicional, aunque muchos templos ya venden criptas para cenizas.

El lamentable aumento de muertes durante la pandemia, los menores costos de la cremación y un cambio cultural han popularizado las cremaciones en nuestro país. Y así como aumentan las cremaciones, surgen nuevas ideas respecto a cómo tratar las cenizas. Unos optan por mantener las cenizas en una urna, ya sea en casa o en un columbario; una pared con pequeños nichos para guardar las urnas. La palabra columbario proviene del latín columbarium y significa palomar. Es una etimología bonita, ¿no creen? Los columbarios pueden ser privados o públicos y pueden tener paredes de vidrio para mirar hacia el interior y ver las urnas. Otros deciden esparcir las cenizas en lugares especiales para el difunto, como en la playa, el estadio de fútbol de su equipo favorito o el pueblo natal.

Otras opciones para el tratamiento de las cenizas son enterrarlas para que formen parte de alguna planta o convertirlas en recuerdos conmemorativos, como piezas de joyería. Esto se logra por medio de un proceso de purificación de las cenizas en el que se extrae el carbono de éstas. Después viene un complejo proceso de altas presiones y temperaturas hasta obtener un diamante. Otras personas se ponen más creativas y deciden mezclar las cenizas con barro para crear esculturas o mezclan las cenizas con óleo para pintar un cuadro con ellas. ¿Qué opinan?

Aunque cada vez son más populares estos tratamientos alternativos de las cenizas de un ser querido, lo cierto es que no todos son aceptados por la Iglesia católica. En 2016, el papa Francisco, cabeza de la Iglesia católica, estipuló en el texto Ad resurgendum cum Christo, que las cenizas deben ser conservadas, íntegras, en una urna y han de ser depositadas en un lugar sagrado como una iglesia o un cementerio. Únicamente pueden permanecer en casa en casos excepcionales. Sin embargo, no está permitido, para quienes son católicos, dispersar las cenizas ni en el agua ni en la tierra ni en el aire. Las cenizas tampoco pueden ser usadas para crear joyas ni esculturas ni ningún otro tipo de objeto. Se considera que tales prácticas cuestionan la inmortalidad individual del alma y la resurrección de los muertos el día del juicio final.

Sea cual sean los ritos funerarios, el modo con enfretamos la muerte revela mucho de cómo concebidos la vida. ¿No les parece?

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

 

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana