Foto: Arturo Romero A diferencia de otros lugares históricos, en éste una minúscula placa colocada por el Gobierno de la CDMX señala: “En este lugar descansan los restos del conquistador, Hernán Cortés, muerto en 1547”  

Sobre la calle República del Salvador, la Iglesia de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción pasa inadvertida para la mayoría de los transeúntes y comerciantes, como uno más de los tantos templos del Centro Histórico. Sin embargo, entre sus paredes resguarda uno de los personajes más importantes (y polémicos) de la historia de México.

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A diferencia de otros lugares históricos, en éste una minúscula placa colocada por el Gobierno de la CDMX señala: “En este lugar descansan los restos del conquistador, Hernán Cortés, muerto en 1547”.

Y en medio de una ola de sentimientos contra la Conquista y el Descubrimiento de América, parece un alivio que la mayoría de la gente pase sin mirar las paredes de esta iglesia, donde la mayoría ha olvidado o desconoce que se encuentra la tumba de quien se considera el padre del mestizaje en México, un soldado, un explorador, un conquistador.

En el costado del templo, sobre la Avenida Pino Suárez, se encuentra una pista de esto, en forma de un mural hecho de azulejos, que escenifica el primer encuentro entre Cortés y el Huey Tlatoani Moctezuma.

Es lunes y el templo se encuentra cerrado, pues comerciantes de la zona indican que éste solo abre de martes a domingo, aunque dicen desconocer que en su interior resguarda los restos del conquistador, quien en su testamento pidió ser enterrado en esta tierra (pues primero descansó en Sevilla, España).

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La historia de cómo se ocultaron sus restos en este lugar es un fruto del rencor hacia la Conquista que, de alguna forma, en pleno 2021 vuelve a resurgir entre algunos grupos.

Corría el año de 1823 y consumada la Independencia de México, tras 300 años de dominación española, el sentimiento antiespañol afloraba entre la gente, por lo que, en secreto, Lucas Alamán, en ese entonces ministro de Relaciones Exteriores e Interiores, urdió un plan para ocultar los restos de Cortés y evitar que fueran dañados.

Primero, su urna fue ocultada en una tarima del Hospital de Jesús, el nosocomio más antiguo de América, precisamente fundado por Cortés (1524). Sería en 1836 cuando el cuerpo pasó a resguardarse al lado del hospital, en la Iglesia de Jesús Nazareno, detrás un muro.

Según cuenta la historia, en 1843 el mismo Lucas Alamán se encargó de entregar a la embajada de España un documento la ubicación de los restos, para que no cayeran en el olvido, secreto que permaneció enterrado por 123 años, hasta 1946, cuando el texto fue revelado por un funcionario español.

Fue en ese año cuando la urna fue colocada en donde descansa actualmente, en un muro a la izquierda del altar en la Iglesia de Jesús Nazareno, con una simple placa con el escudo familiar del conquistador y las palabras: “Hernán Cortés, 1485-1547”.

Al lado, en el hospital que fundó tras conquistar la antigua México Tenochtitlán, se encuentra un homenaje más grande, un busto del conquistador y letras doradas señalando “Hospital de Jesús, fundado por Hernán Cortés en el año de 1524”.

Y aunque en el lugar no se conmemora al conquistador, directivos del nosocomio destacaron a este diario que para 2024 se prevé realizar un acto por los 500 años de la fundación de la institución.

Piden sus restos en Medellín

El alcalde de Medellín, España, Valentín Pozo, llamó a que los restos de Hernán Cortés vuelvan a la tierra que lo vio nacer, ante el temor de que pudieran ser profanados ante la deriva “antiespañola” que se vive en México, donde los 500 años de la Conquista fueron conmemorados como los 500 años de Resistencia Indígena.

LEG