La decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de no cerrar la investigación en contra del hermano del Presidente, Pío López Obrador, atizará los odios morenistas en contra de los órganos electorales.

El magistrado José Luis Vargas, ponente del caso, pedía que se cerrara la investigación por la prescripción de los probables delitos, pero fue aplastado en la votación por los otros seis miembros del Tribunal.

Así que será la Comisión de Prerrogativas del INE la encargada de investigar y dictaminar si el hermano del Presidente cometió o no un delito al recibir dinero en efectivo que, según el jefe del Ejecutivo, “fueron aportaciones del pueblo para el movimiento’’.

Al final, se deberá determinar si ese dinero fue a Morena y por qué no se reportó.

Se puede hablar en principio de financiamiento ilícito, pues hasta ahora no ha quedado claro el origen de los recursos -la declaración del Presidente no ha sido probada-.

Pero esa es otra historia.

Lo que ocurrirá con la decisión del Tribunal, es que, si ya los diputados de Morena se preparaban para cocinar en leña verde al presidente del INE, Lorenzo Córdova, el 5 de noviembre próximo, ahora tendrán un pretexto más para acosarlo y acusarlo.

A menos, claro, que desde lo alto los diputados de Morena y sus rémoras reciban una orden en contrario y se cumpla la promesa presidencial hecha al inicio del sexenio de que no metería las manos al fuego “ni por amigos ni familiares’’.

Ya se verá pero Córdova y equipo deberán ser impecables en una investigación que los pone, como en la elección pasada, en la mira de los morenistas.

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Aunque la protagonista de la ceremonia de hoy en el Senado debe ser la maestra Ifigenia Martínez, el presidente Andrés Manuel López Obrador le robó los reflectores.

El hecho de que el mandatario no acuda a la reunión pretextando que la senadora Lilly Téllez llamó “a faltarle el respeto’’, generó un debate nacional sobre las verdaderas razones de la ausencia presidencial en la entrega de la Medalla Belisario Domínguez.

El debate logró opacar las luchas y las aportaciones a la vida política hechas por la galardonada.

Igual que ocurre con la famosa reforma al sector eléctrico, el debate se ha centrado en el futuro del PRI y la alianza opositora más que en los méritos o riesgos puntuales de la iniciativa.

Con todo, la ceremonia de hoy no debe deslucir ni prestarse a escándalos por la ausencia del Ejecutivo que, como dijo un senador, estuvo en mero centro de operaciones del cártel de Sinaloa y no tuvo miedo, pero sí a una legisladora.

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Aunque nos suene lejano, deberíamos estar atentos a la situación política que vive Perú.

Setenta y un días después de haber tomado posesión como Presidente de la República, Pedro Castillo se deshizo de todo su gabinete, incluido el primer ministro Guido Bellido.

El mandatario peruano dijo que era por un tema de “gobernabilidad’’, lo que sugiere que su gabinete o una buena parte de él no estuvieron de acuerdo en su forma de gobernar o con sus planes de mediano y largo plazo.

Castillo es la fiel representación de un político populista, de esos que en campaña tienen soluciones para todo pero en el ejercicio del poder no resuelven nada.

Ojalá que la crisis del gabinete presidencial no detone en otra crisis social, de esas que ya se van haciendo comunes en nuestro continente.

LEG