Si hay dos momentos clave en la historia de Afganistán, sin duda uno sucedió hace 20 años, cuando las fuerzas armadas de Estados Unidos y la OTAN llegaron al territorio, en 2001, con la intención de derrocar al grupo talibán que protegía a la organización internacional terrorista Al Qaeda; el otro fue ayer, 30 de agosto, cuando el último avión estadounidense abandonó el país, dando por terminada la misión… y con los talibanes de nuevo en el poder.
Bastaron acaso 15 días para que los fundamentalistas islámicos se hicieran de nuevo con el control del Estado. Los últimos aviones de la US Air Force partían del aeropuerto de Kabul la víspera por un cielo donde a la vez pasaban cohetes lanzados por el grupo Estado Islámico, aún más radical. Era su bélica despedida.
¿Qué pasó en esos 20 años? Las críticas no se hicieron esperar, y al Gobierno de Joe Biden le tocó cargar con las consecuencias de la ahora llamada “guerra más larga de Estados Unidos”, una de las más caras, con más de 2 mil millones de dólares gastados y casi 180 mil víctimas, entre soldados y civiles.
Pero el aparente retorno al status de 2001 que se percibe a la distancia podría tener sus contrastes, como hace ver desde Irán el embajador mexicano Guillermo Puente Ordorica, quien platicó con 24 HORAS para analizar la nueva realidad.
Y es que el diplomático tuvo la oportunidad de escuchar, de primera mano, la reflexión del ahora exembajador afgano en Irán, antes que entregara el cargo, quien subrayó el papel de las mujeres y los jóvenes que, durante 20 años, gozaron de mayores libertades bajo un Gobierno nacional más flexible, con la opción de estudiar, trabajar y ocupar cargos relevantes en la estructura política.
Primero, lo que no cambió en Afganistán.
-Había la certeza de que después de estos 20 años habría un gobierno más moderno y estable que eventualmente iba a ser capaz no solamente de gobernarse a sí mismo, sino también de ser inclusivo y hablar por todas las diferencias étnicas, grupales y religiosas que hay en el país, además de que se iba a poder encargar de su propia seguridad. Ya vimos que claramente no fue el caso.
Pero sí hubo una evolución.
-Lo que sí cambió y es muy llamativo es que en estos 20 años que el talibán estuvo fuera y ahora que regresa al poder, la sociedad afgana, sobre todo entre los jóvenes, se tornó en una más sofisticada y educada, más abierta y consciente de lo que está pasando en su país, del valor que tienen como individuos y como parte de un sociedad, se abrió el juego público a los periodistas, a las mujeres que vivían postradas en el anterior régimen. Ahora eran magistradas, periodistas, activistas de derechos humanos, mostrando sus talentos y lo que pueden aportar a su sociedad y a su país.
¿Habría continuidad en esta apertura?
-No se sabe aún con claridad si habrá manera de que esta diversidad y tolerancia que, con todo y sus fragilidades, había alcanzado la sociedad afgana, pueda continuar bajo un régimen que en principio ha mostrado que puede ser intolerante, represivo. Y desde luego no ha abierto la participación de las mujeres en ningún campo de la vida pública.
¿Qué relevancia tendrá el cambio social?
El gobierno y la crisis humanitaria comenzó el 15 de agosto, como si se tratara de una cita. Al día siguiente pude ser uno de los primeros embajadores en tener la oportunidad de hablar con el embajador de Afganistán (en Irán) en medio de una coyuntura importante, porque no habían pasado 24 horas de haber colapsado el gobierno al que representaba y se encontraba en una situación de shock. Sin embargo, en nuestra conversación hubo un comentario que se me quedó grabado: me dijo que él tenía muchas esperanzas en los jóvenes y en las mujeres para hacer una fuerza de resistencia en caso de que haya alguna represión y otra vez regrese ese viejo talibán que ya vimos gobernar entre 1996 y 2001.
Hacia el futuro, ¿es probable un gobierno de coalición?
Hay un acuerdo para la paz (Doha, Catar, 2020), pero luego se presentaron las llamadas pláticas intraafganas, que representaban el expresidente Ashraf Ghani, ahora en el exilio, y el grupo talibán, pero se quedaron estancadas. Sin embargo, la médula de esas pláticas era que todas las etnias de este mosaico abigarrado que es Afganistán tuvieran representación en un gobierno incluyente. Eso sigue siendo válido, y ningún grupo tiene el poder de controlar todo el territorio.
CON LA COLABORACIÓN DE NORMA HERNÁNDEZ
FRASE
“La sociedad afgana (…) es más sofisticada y educada (…) se abrió el juego a periodistas o mujeres que vivían postradas en el anterior régimen, ahora eran magistradas”
PERFIL
Guillermo Alejandro Puente Ordorica
Embajador en Irán (concurrente en Afganistán, Pakistán, y tres repúblicas exsoviéticas, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán)
Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM
Maestro en Comunicación por la Universidad de Leeds, en Reino Unido
Doctor en Estudios Europeos por la Fundación Ortega y Gasset, en España
Ingresó al Servicio Exterior Mexicano en 1992; ascendió al rango de Ministro en el año 2017
Fue jefe de la Oficina de Cancillería de la Embajada de México en Estados Unidos de América
LEG