Amnistía para funcionarios, derechos para las mujeres, respeto y paz al interior y al exterior de la nación, relaciones diplomáticas, el fin de la guerra. Son los lados del polifacético rostro que hoy en día muestran los extremistas islámicos que han tomado el control de Afganistán.

Las posibilidades son amplias, pero el compromiso formal de los talibanes, reiterado ayer en una conferencia de prensa muy al estilo occidental es no generar violencia, bajo la inamovible condición de respetar al Islam.

“Hay escenas terribles, pero también hay escenas de ciudades que se han tomado sin violencia o por medio de pactos políticos, quien fuera encargado de la seguridad pública durante el Gobierno nacional parece que permanece en el mismo puesto. Debemos hacer un equilibrio de lo que está pasando para no dejarnos llevar por imágenes descontextualizadas que producen temor y amarillismo”, señaló el especialista en Oriente Medio, Moisés Garduño.

La moneda está en el aire, pero han sido inevitables las comparaciones con el movimiento más duro, el que gobernó de 1996 a 2001 cuando, por ejemplo, las mujeres no solo no podían estudiar o trabajar, sino siquiera salir de sus casas acompañadas por un hombre, como su tutor.

Abusos, crímenes y violaciones es el escenario que llega a la mente de muchos al hablar del regreso de los radicales, sin embargo, el grupo se vendió ayer, incluso, como quienes buscaban evitar los roces al tomar Kabul.

Y es que si entraron antes de lo planeado a la capital, fue porque ya había grupos ajenos provocando daños y perjuicios, “pero el gobierno anterior era tan incompetente que sus fuerzas de seguridad no pudieron hacer nada para garantizar la seguridad y teníamos que hacer algo”, afirmó complaciente el portavoz Zabihullah Mujahid.

Sentados ante decenas de cámaras, los talibanes ofrecieron respetar los derechos de las mujeres -de hecho las invitaban a trabajar con ellos, aunque sin dejar de lado la ley islámica, conocida como Sharia-, perdonar a quienes se resistieron al movimiento y garantizar al mundo un Afganistán seguro. Una campaña propagandística que solo el tiempo podrá confirmar.

FRASE

“Los talibanes han ganado la guerra, así que tendremos que hablar con ellos (…) se abrirá tan pronto como sea posible para prevenir un desastre humanitario y migratorio”
Josep Borrell
Jefe de la diplomacia de la Unión Europea

Infografía: Xavier Rodríguez

Temor o rechazo, otras reacciones en el mundo

Si bien hay sorpresa por lo que anticipan los talibanes al retomar el gobierno en Afganistán, sobre mayores libertades a mujeres o a la prensa, también hay naciones que no los reconocerán, o bien que anticipan un territorio abierto para el desarrollo del terrorismo.

Canadá, por ejemplo, en vos del premier Justin Trudeau, adelantó que no reconocerá un gobierno talibán: “Cuando estaban en el poder, hace 20 años, Canadá no reconocía su gobierno. Derrocaron y sustituyeron por la fuerza a un gobierno debidamente elegido, y son un grupo terrorista, según la legislación canadiense”.

Por otro lado, el presidente checo Milos Zeman asumió que Afganistán se convertirá en una base para terroristas bajo el Gobierno talibán, al tiempo que criticó a la OTAN por su retirada: “Crearán una base terrorista en el territorio afgano”, dijo Zeman un día después que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtiera de ese mismo riesgo desde Nueva York, en una reunión emergente del Consejo de Seguridad.

“Esto llevará”, agregó el mandatario de 76 años, “a que se reanuden los ataques terroristas en todo el mundo”.

LEG