Un año después de que la pandemia obligó a cerrar las puertas de su galería en Santa María la Ribera, Mario Llaca reabre ese espacio pero al mismo tiempo inauguró otro en San Miguel de Allende, con una visión renovada del galerista, ya no como “mercenario”, sino como alguien que busca aportar al mercado, con la visión de que el artista no está obligado a trabajar con galeristas ni estos son mecenas.

La galería, que adquirió la colección de Betsy Pecanins, justo el miércoles 11 de agosto abre la exposición Colita, con la obra de ese acervo de la fotógrafa española Isabel Steva (Barcelona, 24 de agosto de 1940), retratista de la realeza española y de artistas como Luis Buñuel o Joan Manuel Serrat.

En entrevista en el restaurante de comida siciliana María Ciento38, una casona de 1867 en la colonia Santa María la Ribera donde se ubica su Galería Mario Llaca, espacio que comparte con su ex esposa y ahora socia Cristina Cialona, el empresario expone su malestar porque haya galeristas que cobren a los artistas por colgar sus obras.

“Me molesta y me enferma que una galería cobre a los artistas. Yo no lo entiendo, eso es ser mamón. Para poner una galería se necesita tener muchos güevos, porque estás luchando con tu ego, con un rollo económico, que a lo mejor el artista no entiende y no tiene por qué entenderlo, pero es un negocio.

“Nosotros ya cobramos muchísimo al artista al vender la obra, no debemos tener miedo a eso, ese rollo de vamos a cobrarle al artista por exponer no es la labor de la galería, es una galería que no vale la pena”, expresa Llaca, mientras muestra las obras de Érick Saucedo, Alejandro Pintado, Eugenia Martínez o Libertad Alcántara que cuelgan sobre las dos habitaciones destinadas a la muestra Stock.

Pero también acota que el artista no está obligado a trabajar con galerías, porque a lo mejor eso lo limita. “El artista cree que la galería es un mecenas que lo va a patrocinar para todo, y la verdad es que no es así”.

Después de haber vivido en París, sostiene que el principal producto de Francia es su cultura y que México puede llegar a lo mismo.

Originario de Guanajuato, volvió a su estado para inaugurar el 12 de junio un espacio en San Miguel de Allende, otra galería con su nombre sobre la calle Hidalgo 66, en el centro de la ciudad colonial, que contará con parte del acervo Pecanis, que adquirió hace unos cuatro años. La exposición incluyó obras de Manuela Generali, Alejandro Pintado, Eugenia Martínez y Gabriel Ramírez, entre otros.

Agregó que la pandemia le cambió la visión y perspectiva del mercado del arte, pues antes sólo se enfocaba a comprar y vender obras de artistas ya consolidados en manos de coleccionistas.

“La pandemia fue un descanso, estaba muy agotado porque entré al mercado nacional y empecé a trabajar con artistas que me gustaban, pero que de alguna manera no le daban forma a mi galería. Por ejemplo, comencé a trabajar con Daniel Lezama, nunca concretamos una exposición individual; con Fernanda Brunet, su exposición tuvo mucho éxito pero creo que se quedaba en un término medio.

Las exposiciones podían proponer y dar más allá de lo impactante del momento, que a veces dura solo dos o tres días”, explica Llaca sobre la metamorfosis que experimentó en los primeros días de la pandemia.

“Primero cambié el nombre a la galería (antes se llamaba Taller 138) y la cerré a los cinco días, entendí el esfuerzo de los galeristas por mantener la apertura y por sobrevivir, pero creo que a veces hay que tener otro panorama”, añade.

Ahora, ya también busca llevar a su galería a artistas que se están abriendo apenas camino en México.

“Es una propuesta nueva de la galería. No me interesaba al principio, mi educación se limitaba a los artistas que podía vender, pero no a los que podía llevar más allá. Eso fue un gran error, porque uno de los principios del merchante de arte secundario es llevar los valores a futuro. Y ahora la galería retoma el hecho de apostar por esos nuevos valores, encuentras gente increíble en Instagram”, explica Llaca.

No obstante, apunta que la educación visual en México es muy limitada y que los artistas en el país están muy clavados en el rollo de ser técnicamente perfectos para gustar a la gente, pero sin concepto.

“Los artistas que Mario Llaca sostiene que el artista no está obligado a trabajar con galerías, porque a lo mejor eso lo limita a mí me gustan tienen que ver con la posibilidad de comunicar algo y que tu obra entre en un mercado específico”, añade y cita entre ese tipo de artistas a Érick Saucedo.

“El mundo del arte es la aventura del pionero, el artista es un pionero, su labor es encontrar su lugar en el mundo; el mercado del arte es un sistema ya muy estructurado y, como cuenta con el poder económico, tiene la libertad de escoger qué artista ser parte de este mundo”, finalizó Llaca.

LEG