De niños, a Samuel Kishi Leopo (1984) y a su hermano Kenji su madre los dejaba solos a diario para poder ir a trabajar, encerrados en un cuarto, acompañados por un magnetófono donde podían reproducir su voz si la extrañaban. En su película autobiográfica Los lobos (2019). Sin embargo, el cineasta muestra la necesidad de empatía con las madres obligadas a enfrentar así la realidad adversa, sin juzgarlas, menos después de descubrir que su historia es recurrente en la sociedad.

“A las mujeres siempre se les juzga todo el tiempo, siempre están en el ojo del huracán, siempre están en la mira; nuestra sociedad es injusta con ellas, todo el tiempo se les está juzgando y calificando. En el proceso de investigación, cuando hacía el scouting para Los lobos, me di cuenta que este tipo de historias es muy normal, es el pan de cada día.

“En nuestra sociedad necesitamos más señoras Chan, hacer ejercicios de empatía, de solidaridad, es lo único que nos va a salvar en momentos tan oscuros como los que vivimos”, expone el cineasta en entrevista al aludir al personaje de la casera china en Alburquerque que ayuda a Lucía y a sus niños.

El filme, que se llevó el Gran Premio del Jurado Internacional en la 70 edición de la Berlinale en la sección Generation KPlus, dedicada a temáticas infantil y juvenil, originalmente se llamaba Los vientos de Santa Ana, por el fenómeno meteorológico de la ciudad californiana donde él emigró con su madre.

Pero después del trabajo con los niños actores –los hermanos Max y Leo Nájar Márquez–, uno de cuyos ejercicios era el juego de Los Lobos en el que había que representar una jauría y porque Samuel Kishi Leopo leía Creí que mi padre era dios. Relatos verídicos de la vida americana (Anagrama, 2006), historias que Paul Auster recopiló al escuchar al público de un programa de radio, en una de las cuales se decía que “todos somos animales salvajes”, el cineasta concibió a la familia “como manada”.

“A la par, otro de los ejercicios que les habíamos puesto a los niños era que dibujaran lobitos y que se imaginaran sus aventuras; a partir de todo esto que te cuento empezamos a decir: ‘Esto es una manada y la película se va a llamar Los lobos’, explica el guionista y realizador, que sigue trabajando con su hermano Kenji, responsable de la música de éste y su primer largometraje Somos Mari Pepa (2013).

La película, que se estrenó en mayo y se mantiene en cartelera en lugares como la Cineteca Nacional, está protagonizada de manera soberbia por Martha Reyes Arias, como Lucía, una madre que se lleva a sus hijos Max, de 8, y Leo, de 5 años de edad, a EU, y los mantiene encerrados mientras trabaja, con la promesa de llevarlos a Disneylandia. Además de Cici Lau, como la casera china que ayuda a la familia.

El guión es de Kishi Leopo en colaboración con Sofía Gómez-Córdova y Luis Briones; la producción, de Leticia Carrillo; el diseño de producción, de Hania Robledo, y la fotografía, de Octavio Arauz.

–Sus largometrajes son de adolescentes y niños, los adultos parecen extras, utilería. ¿Por qué?

–Intento no encasillarme, Somos Mari Pepa y Los lobos, ambos autobiográficos, son lo que se llama coming-of-age, filmes sobre el crecimiento, y eso los vuelve universales. Me interesan mucho las historias de crecimiento, de paso de un momento de la vida a la madurez. En Los lobos quería retratar la mirada de los niños, en contextos migratorios. En Somos Mari Pepa me permití hablar del no futuro en nuestra sociedad, con adolescentes punk. Mi siguiente filme es una mujer en sus treinta y otra más en la que trabajo es sobre una pareja de la tercera edad en la sierra de Guerrero.

–La mujer juega roles fundamentales, son como el leitmotiv de sus historias.

–Para mí, las mujeres son la base de nuestra sociedad, pertenezco a una generación criada por mujeres casi en su totalidad, con la figura del padre ausente. Es muy importante en mi cine retratar este papel fundamental, uno está orbitando alrededor de estas figuras femeninas. También me interesa muchísimo sacarlas de los clichés, generar personajes de mujeres reales. Ellas cargan con una gran responsabilidad, son la base, y eso está representado en Los lobos con Lucía, la madre, y con la señora Chan. Y en Somos Mari Pepa los personajes femeninos son el sostén de los hogares.

–La paradoja en Los lobos es que la situación de Lucía y sus hijos conmueve; pero dejar niños solos, encerrados en un cuarto, es un delito, sobre todo en EU.

–Exacto. Estamos conscientes de esto, uno actúa conforme a las circunstancias. Lucía no tiene manera de encargarlos con alguien y cree que es más seguro dejarlos solos y formar equipo a pesar de su corta edad. Algo así me pasó; a mi hermano y a mí, mi mamá nos dejaba encerrados en compañía de una grabadora –lo mismo que en la película–, donde ella grababa cuentos, historias, las reglas de la casa. “Si me extrañan, pónganle play a la grabadora”, nos decía. Tanto Lucía como mi madre, lo que hacen es crear complicidad para este equipo, para seguir adelante, para actuar de acuerdo con las circunstancias y seguir adaptándose. Sí, son decisiones extremas que tienen que tomar.

LEG