Foto: AFP El resto de los competidores, sus entrenadores y el público presente en las gradas, le otorgaron un aplauso  

Rommel Pacheco terminó en la sexta posición de la final de trampolín de tres metros en Tokio 2020, con lo que cierra para siempre su participación no solo olímpica, sino como atleta de alto rendimiento.

Los chinos Xie y Wang ganaron el oro y la plata, mientras que Laugher, de Gran Bretaña, se adjudicó el bronce.

La primera ejecución de Rommel ilusionó a todos los mexicanos que se desvelaron para apoyarlo. El yucateco se mantuvo sereno y arrancó de gran manera.

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Los chinos, como es ya una costumbre en cada campeonato de clavados, fueron los favoritos y demostraron por qué. No cedieron las posiciones más altas, pero Rommel trabajó de a poco para estar lo más cerca de ellos.

La precisión debía ser milimétrica para competir con los asiáticos, algo que supo el británico Jack Laugher, quien no permitió que nadie lo desplazara de su competencia personal contra los favoritos.

Rommel de a poco iba ascendiendo en cada ronda. Incrementó el grado de dificultad de sus clavados y la ilusión de México se materializaba en un horizonte cercano en una presea.

Hasta la cuarta ronda, el yucateco se mantuvo muy cerca de los primeros puestos, pero en su quinto clavado, Ena béquela falla le costó demasiado.

Su salida y ejecución fueron muy buenos; sin embargo, la entrada al agua fue descompuesta y los jueces lo penalizaron con calificaciones que no rebasaron los 3.5 puntos.

La pelea por los tres primero puestos se mantuvo con los de siempre. Los chinos y el británico. Era una puja en la que intercambiaron posiciones, pero que los orientales se sabían superiores por su gran habilidad.

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La última ronda tuvo un par de escenas memorables: la primera fue la despedida del clavadista japonés Ken Terauchi, quien. A los 40 años de edad, se retiró de los Juegos para siempre.

Los asistentes lo despidieron con un fuerte aplauso, rompiendo el protocolo que en estas justas se respeta a rajatabla. La coyuntura permitió un momento de excepción.

Adiós de Rommel

La excepción no fue solo para el de casa, también para Rommel, quien se despidió ejecutando el mejor clavado de su repertorio.

Sus calificaciones se fueron a 8.0 y 8.5, un salto en las posiciones que, sin embargo, no le permitió alcanzar la medalla, esa que tanto buscó, pero que el destino no se la concedió.

Lo que sí le otorgó fue un algo que no todos ganan: el respeto de sus adversarios. El resto de los competidores, sus entrenadores y el público presente en las gradas, le otorgaron un aplauso, tal como al competidor nipón Terauchi.

Rommel no pudo contener un breve llanto al saber que fue todo. Su entrenadora, Mayín, llegada desde china y apoyando al mexicano siempre contra los clavadistas de su país de origen nunca estuvo en duda. Como tampoco estuvo lo estuvo su cariño por Rommel al reconocerlo con un sentido abrazo que también le robó unas lágrimas.

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Rommel se reincorporó y con entereza caminó para terminar su participación, sus últimos Juegos.
La definición fue como la esperaba la mayoría: Xie y Wang, los clavadistas chinos se hicieron del oro y la plata respectivamente. Laugher, el británico, completó el podio con el bronce.

Se terminó la prueba en la que Rommel tuvo a todo un país al pendiente de él y quien todo México le reconoce su trayectoria impoluta. Nunca un escándalo, jamás una mala cara, mucho menos la entrega de más esfuerzo.

Rommel no se lleva el final que hubiese querido, pero se lleva el cariño entrañable de aquellos que lo vieron crecer como atleta y conservar esa alegría de niño. Fue uno de los mejores del mundo por años, y será uno de los mejores de todos los tiempos para México. Eso, no es algo que todos pueden ostentar.

 

EAM