Como cada domingo, Cristina Garrido coloca un ramo de flores en el monumento a las víctimas españolas de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París
Foto: AFP / Archivo Como cada domingo, Cristina Garrido coloca un ramo de flores en el monumento a las víctimas españolas de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París  

Cinco años después de la muerte de su hijo Juan Alberto en la sala Bataclan, en París, Cristina le manda todos los días un mensaje, y lleva sus cenizas en un colgante. Costumbres que la ayudan a sobrellevar el día a día, a la espera del juicio por los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015.

Como cada domingo, y a diez kilómetros de su casa, Cristina Garrido coloca un ramo de flores en el monumento a las víctimas españolas de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, justo frente al consulado de Francia en Madrid.

Vestida toda de negro, incluyendo la mascarilla, contempla pensativa el monumento, sin retener las lágrimas.

“Parecerá una tontería, pero le escribo todos los días un Whatsapp”, dice esta mujer de 60 años.

“Si le tengo que contar cualquier cosa, pues se la cuento. Cada uno tiene que buscarse las estrategias para poder seguir adelante, y a mí esa me funciona”.

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Juan Alberto González Garrido, nacido en la ciudad andaluza de Almería, fue una de las 90 víctimas mortales en el concierto del Bataclan la noche del 13 de noviembre de 2015. Tenía 29 años y cayó abatido por una ráfaga de Kalashnikov.

Andaba completando su formación en la prestigiosa escuela de negocios HEC, y trabajaba como ingeniero en la compañía eléctrica francesa EDF. Estaba cumpliendo uno de sus sueños de infancia: vivir en París.

Cuenta su madre que a su hijo le gustaba la música, la fiesta, que tenía muchos amigos y que era “abierto” de carácter y siempre de buen humor.

Cristina recuerda cómo aquel viernes la había llamado para decirle que por la noche iba a un concierto.  Estaba “alegre”, pero con prisas, y le prometió volver a llamarla al día siguiente.

Cuando supo de los atentados, intentó hablar con él, en vano.

Al día siguiente tomó el primer avión a París, y recorrió los hospitales en busca de noticias. Hasta que una llamada de las autoridades francesas le dio la noticia de su muerte.

 

– “Siempre lo llevo conmigo” –

 

Después de eso, todo cambió para ella. Y ahora, “tenemos que sobrevivir”, dice.

Tras la masacre, se difundieron en redes sociales imágenes de los cadáveres en la sala Bataclan.

Cristina reconoció a su hijo, y el jersey que llevaba, que le había regalado su hermana. Presentó una denuncia y espera que la justicia ordene retirar de internet la foto.

En su apartamento en Madrid, el salón está lleno de fotos de Juan Alberto, sonriente en su boda, o de vacaciones. Cristina mira las imágenes todo el tiempo y les quita el polvo, como para mantenerlas vivas.

Del cuarto de su hijo no ha tocado nada. “El cuarto se lo limpio todas la semanas y es importante no tirar nada de lo que él ha tenido”. En las paredes pueden verse las condecoraciones a título póstumo concedidas por España y Francia, en tanto que víctima del terrorismo.

En una mesa se encuentra la urna donde descansan sus cenizas.

En un colgante, Cristina lleva al cuello una parte de las cenizas, junto a un lacito de metal donde está grabada la fecha del 13-11-2015. “Lo llevo siempre, desde que pasó”.

La madre de Juan Alberto asistirá al juicio oral por los atentados, que se abrirá en septiembre en París y durará al menos ocho meses.

La corte de lo penal especial juzgará a veinte acusados, entre ellos el único superviviente del comando yihadista que sembró el terror ante el Stade de France, en varias terrazas de la capital francesa y en la sala Bataclan.

El superviviente del comando, Salah Abdeslam, se enfrenta a la cadena perpetua.

Cristina quiere que los acusados “escuchen el dolor que han provocado”, y espera “que los condenen al máximo”.

También espera averiguar por qué la policía no actuó más rápido, sabiendo que el asalto final se produjo más de dos horas después del inicio del ataque por parte de los yihadistas.

En cualquier caso, “no hay justicia para mí que me reemplace a Juan Alberto, repite.

“El juicio este a mí no me restaura nada. El dolor no me lo restaura, Juan Alberto no va a estar en su cumpleaños, ni en su santo, ni en Navidad, ni en nada”.

 

DG