La semana pasada, en una decisión histórica, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que condena categóricamente las condiciones de explotación a las cuales se han sometido decenas de médicos cubanos enviados al exterior.

El Parlamento resolvió que Cuba cometió violaciones sistemáticas a los derechos humanos y laborales del personal sanitario desplegado en misiones médicas.

En Estrasburgo se clasificaron estas misiones como una forma de esclavitud moderna y trata de personas, dada la esfera de vulnerabilidad de los médicos ya que se someten a jornadas laborales extenuantes y no cuentan con un salario justo —éste se les retiene hasta retornar a Cuba y sólo se les otorga entre 5% y 25%. Inclusive, se estima que entre 5 y 10 mil médicos fueron separados a la fuerza de sus hijos.

Al respecto, el Gobierno cubano rechazó enérgicamente dichos posicionamientos. Manifestó que quienes promovieron tales señalamientos no tienen “autoridad moral” para juzgar a su país. ¿Ellos sí? Asimismo, calificaron la resolución de “injerencista” argumentando que Cuba es libre. ¿Aun cuando se menoscaba y pisotea la dignidad humana? En otras administraciones, México reprobó la situación de derechos humanos en Cuba, siendo éste un caso intocable dentro de una larga lista.

Ahora bien, fuera del sentido político con el cual se haya tratado el caso, las reflexiones que se vertieron son sumamente atinadas. Máxime cuando es bien sabido que Cuba está bajo el yugo de un régimen dictatorial.

De acuerdo con la información difundida a raíz de la resolución, en 2018, la isla recaudó un total de 6 mil 300 millones de dólares producto de la explotación de médicos. Por otro lado, en 2019, los servicios médicos representaron 46% de las exportaciones cubanas y 6% del PIB. Indudablemente, hay un interés político subyacente.

Será objeto de otra discusión determinar quiénes están siendo cómplices de estas violaciones. Pero resulta oportuno advertir lo siguiente: distintos países —entre ellos México— se vanagloriaron de abrirles las puertas a los médicos cubanos en sus países, al tiempo que aplaudieron y reconocieron su noble tarea. Sin embargo, convalidaron implícitamente las condiciones precarias e  inhumanas en las que subsisten al no analizar el estado en el que se encuentran sumidos.

La disposición del Parlamento Europeo representó un mensaje contundente de solidaridad hacia los médicos cubanos —y Cuba entera— por los abusos de la dictadura castrista. Cabe subrayar que la isla tendrá que cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos a tenor del Acuerdo de Diálogo con la Unión Europea, de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que ha ratificado y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Más allá de lo que se ha discutido alrededor del tema, la resolución del pasado 10 de junio marcó un hito. Es una señal clara de que la comunidad internacional deberá generar mayor conciencia, y sensibilizarse, sobre la realidad trágica que viven millones de personas —víctimas de represión, tortura y crímenes de lesa humanidad— día tras día. Igualmente, el documento resalta la necesidad de poner énfasis en la protección a los derechos humanos.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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