Eurovisión
Foto: AFP Miles de fans de este concurso colorido que suelen ondear banderas de sus países frente a las cámaras de televisión se han quedado con las ganar de ir a la ciudad holandesa debido a las restricciones de viaje impuestas para luchar contra la pandemia  

Después de un año de pausa por la pandemia, la final del festival de la canción de Eurovisión regresa este sábado a Rotterdam, en Países Bajos, con lentejuelas, trajes extravagantes, letras cursis y un mensaje de esperanza.

Italia y Francia, que no gana desde 1977, son las dos grandes favoritas de las apuestas, seguidas de Malta.

Miles de fans de este concurso colorido que suelen ondear banderas de sus países frente a las cámaras de televisión se han quedado con las ganar de ir a la ciudad holandesa debido a las restricciones de viaje impuestas para luchar contra la pandemia.

Millones de telespectadores siguen cada año el festival que esta vez ha tenido que reinventarse por las condiciones sanitarias. En 2020 fue cancelado por primera vez en su historia.

Solo 3.500 espectadores, que se han sometido a un test contra el covid-19, han sido autorizados a asistir a la semifinal, la final y los seis ensayos generales. Es solo el 20% de la capacidad de la sala de espectáculos.

Desde el comienzo del concurso, los candidatos permanecen encerrados en una “burbuja especial” y cada día tienen que hacerse la prueba del Covid-19.

Aún así se han detectado casos del nuevo coronavirus entre varias delegaciones, como la de Islandia, que se ha visto obligada a volver a su país y participa a través de vídeos grabados.

Tampoco asistirá al espectáculo el ganador de la última edición que, según manda la tradición, debía cantar su balada “Arcade” durante la final. Y es que el holandés Duncan Laurence dio positivo por Covid-19. Está “muy decepcionado” pero participará por vídeo.

 

¿La nueva Edith Piaf? 

El grupo rockero italiano Måneskin, formado por una chica y tres chicos, es el gran favorito, seguido de la representante francesa.

Comparada con frecuencia con Edith Piaf, Barbara Pravi, de 28 años, podría brindar a Francia su primera victoria en 44 años con su canción “Voilà”, sobre la autoafirmación, un tema íntimo que espera le sirva de tarjeta de visita para conquistar a una audiencia.

“Lo que me parece formidable es que es una canción en francés, que se inscribe dentro de la tradición francesa y que las apuestas – por lo tanto gente de todo el mundo – la ponen muy arriba en su clasificación”, declaró la cantante a la AFP días antes de la gran noche.

Pero Malta podría arrebatarle la victoria. Destiny Chukunyere, de tan solo 18 años, y su tema “Je me cassse” ha llamado la atención entre otros de Sony Music, con el que firmó un contrato en abril.

Fiel a la tradición, la edición 2021 también aporta su lote de canciones explosivas interpretadas por personajes extravagantes, artistas que representan una minoría o que quieren transmitir un mensaje al público.

La chipriota cuenta la historia de una mujer que se enamora del diablo. En Rusia el tema feminista de la cantante de origen tayiko Manija le valió una lluvia de críticas de los conservadores.

Bajo el lema “¡Abramos!”, la edición 2021 de Eurovisión es como un soplo de aire fresco para los habitates de Rotterdam pese a la alargada sombra de la epidemia.

En la entrada de la estación central, los fans posan delante de una reproducción del emblemático trofeo del festival.

Los edificios y monumentos de la ciudad, como el icónico Puente de Erasmo, están engalanados con letras inolvidables de canciones ganadoras como “Waterloo” o “Lalala”.

CT