Desde la visión presidencial, la tradición es que las mujeres cuiden a sus padres porque los hombres somos más desprendidos. Y es desde esa óptica que se diseñaron los programas asistencialistas que se aplican durante este Gobierno.

Desde ahí, desde esa posición, se tomó la decisión de cerrar las estancias infantiles, porque a la par que se cree que ese es el papel de las mujeres, también hay la certeza de que todos son corruptos, por lo tanto, todas se cierran.

Antes de que llegara a México la pandemia del Covid-19 y la consecuente crisis económica, el empleo femenino ya enfrentaba un serio deterioro en nuestro país.

El confinamiento, el cierre de las actividades económicas y la necesidad de que los hijos se quedaran en casa, y no en la escuela, agravó a niveles de alarma el desempleo entre las mujeres.

Los datos de la desocupación en México al cierre del primer trimestre de este año publicados por el Inegi dejan ver la profundidad de la crisis laboral derivada de la pandemia, con ese dato de 2.1 millones de personas que no han podido recuperar su ocupación remunerada a lo largo de un año de confinamiento.

En el detalle de esta cifra hay algo alarmante. De esos dos millones cien mil mexicanos que no han encontrado trabajo, un millón y medio son mujeres.

No hay una sola causa, pero esa “tradición” de que las mujeres se queden en casa a cuidar a los hijos o a los padres ha cerrado la puerta a muchas de ellas para salir a buscar trabajo.

México es de los muy pocos países en el mundo que se han negado a un regreso presencial masivo de los alumnos a los salones de clases. Incluso las naciones con más casos buscaron los mecanismos para no entorpecer el desarrollo psicosocial de los niños y de sus papás. Pero aquí, entre la clara impericia para manejar la pandemia y esa “tradición” que la 4T ve en el papel de las mujeres, no se ha apresurado ese paso del regreso a clases.

Además, las mujeres tienen un papel más activo en el sector terciario de la economía. El comercio, turismo y servicios son actividades dominadas por mujeres y son justamente algunas de las actividades más afectadas por el confinamiento.

No solo es un asunto de pérdida de ingresos para las mujeres, es un retroceso en los esfuerzos de equidad y empoderamiento femenino. Se vuelve a abrir la brecha de género y no se resuelve solo con el regreso de los niños a la escuela. El ingreso de los hombres por llevar a cabo una actividad productiva fue 857 pesos más elevado al mes que el de las mujeres, de acuerdo con las cifras al cierre del primer trimestre que recién dio a conocer el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social.

No solo es la pandemia con todo y el confinamiento, es cancelarles a las mamás las oportunidades de tener acceso a una estancia infantil y de considerar como parte de una tradición que se queden en casa.

 

  @campossuarez