Peor que tener un hijo o hija desaparecidos, es pensar que pudiera ser víctima de trata, de explotación sexual.
Y es que siendo la Ciudad de México parte de un corredor de trata cuyo epicentro es Tlaxcala (y que incluye al Estado de México y Puebla), esa sospecha puede ser una terrible realidad.
Ayer, este diario publicó que desde enero de 2019 al 31 de marzo pasado, en la capital del país no aparecen 442 niños y adolescentes, en un rango de cero a 17 años de edad, de acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
Aunque la cifra disminuyó en 2020, debido a la pandemia de Covid-19, aún así los 442 menores representan, en promedio, 16 por mes: uno cada 48 horas.
De esos, 109 pudieron ser sustraídos por algún familiar, principalmente uno de los padres, tras una separación…pero en 333 casos, se presume que pudieron ser víctimas de algún delito… la trata de personas es uno de ellos.
Para Anayeli Pérez, asesora jurídica del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), destacó que en muchos de los casos, la forma que tienen los delincuentes de contactar a los menores de edad, principalmente niñas y adolescentes, es a través de Internet.
“Las redes sociales son un gancho para contactar a niñas y adolescentes porque están en un entorno vulnerable y uno de los modus operandi es a través del enamoramiento”.
Señaló que se requieren investigaciones mucho más completas por parte de las autoridades, “para poder identificar los modus operandi de estas personas, porque a los sujetos que cometen el delito inicial los pueden detener… pero ese trabajo lo suple otra persona”.
Al respecto, la diputada federal Martha Tagle (MC), integrante de la Comisión de Salud, aseguró que mientras siga pendiente la cédula de identidad para menores, seguirá siendo relativamente fácil sustraerlos.
Detalló que si bien se ha avanzado con el tema de la Alerta Amber, en muchos de los casos los Ministerios Públicos no son lo suficientemente eficientes para hacer su trabajo cuando un niño desaparece, y ese es el tema al que se enfrentan muchas familias.
“Ellos son los que hacen las investigaciones, pero casi se sienten molestos de que los familiares insistan en conocer información en la búsqueda de sus hijos y es una situación muy complicada cuando empiezan a pasar los días”.
Consultado por este diario, Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), externó que cada día que un menor pasa desaparecido va en contra de su vida.
“Si se logra hacer la alerta y la búsqueda en las primeras horas es más factible encontrarlos con vida, ya sea porque fueron desaparecidos con fines criminales o incluso sustraídos”.
Cabe recordar el caso de la pequeña Fátima, raptada, violada y asesinada… y por cuyo caso fueron procesados cuatro funcionarios de la Fiscalía local y un extrabajador, por negación del servicio y dilatar la búsqueda cuando la madre de la menor acudió a denunciar.
LEG