Especialista señala que nuevos paradigmas en la masculinidad permitirá disminuir la violencia de género.
 

Para lograr la igualdad de género y erradicar todo tipo de violencia hacia las mujeres, es necesario la construcción de masculinidades alternativas que dejen de lado prejuicios y estereotipos sobre los roles que deben de asumir socialmente los hombres.

Si bien, el cambio inicia de manera individual, también es fundamental generar transformaciones estructurales en las instituciones, la educación y los medios de comunicación, ya que juegan un papel fundamental en el posicionamiento de lo que debiesen ser los roles de cada género, precisan especialistas.

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El académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, Ricardo Bernal Lugo, refiere que, a partir de las diferencias biológicas entre hombre y mujeres, por generaciones se ha hecho una construcción social de ideas sobre las habilidades y las emociones que debiese asumir cada uno, misma que ha derivado en la exacerbación de dichos roles y se ha convertido en machismo.

En ese punto, ya se presentan formas de violencia hacia la mujer, principalmente, pero también hacia los mismos hombres pues persisten características que debiese cumplir la figura masculina, tales como la potencia sexual, el poder, el dominio hacia los demás y la represión de emociones, actitudes que, socialmente, se ven forzados a asumir.

En ese sentido, Mario Vargas Urías, el director general de Gendes, A.C., una organización dedicada a la construcción de masculinidades alternativas, añade que las construcciones sociales sobre los hombres “nada más nos hacen competir, descalificar, nos quitan la empatía, nos quitan el derecho a expresar emociones para convertir casi todo en enojo, en coraje o en violencia o en ira”.

Ambos especialistas coincidieron que no es necesario asumir actitudes que afectan a las personas que los rodean; añadieron que es necesario que aprender a ser críticos sobre las relaciones que tienen con otras personas que llevan a cabo prácticas que fomentan la violencia, la discriminación y la desigualdad.

El especialista lasallista, Ricardo Bernal Lugo, apuntó que muchas de las reproducciones de los prejuicios, los estereotipos y las actitudes machistas se deben a la presión social que se genera entre los varones y que continúan replicando para pertenecer en determinados grupos sociales.

Agregó que, en el caso de que un hombre tenga la intención de alejarse de esas prácticas, es necesario que determine a qué tipos de grupos de socialización quiere pertenecer para evitar afectaciones.

Por su parte, Mario Vargas Urías, aconsejó que se debe aprender a individualizarse, pues el cambio de un hombre que desea romper con los estereotipos machistas generará confusión, malestar y dificultades con los seres queridos, ya que se está acostumbrado a la idea de la figura masculina como machista, misógina y homofóbica.

En ese sentido y como parte de su labor en Gendes, A.C., se ayuda a los varones a enfrentar dichas situaciones para reaccionar de manera creativa y respetuosa antes las críticas de los demás.

Apunta que uno de los beneficios de la construcción masculinidades alternativas es eliminar la carga del rol que debiese asumir el hombre, y así llegar a un acuerdo de corresponsabilidad compartida entre ambos sexos.

“México reclama de cambios significativos. Necesitamos hombres más sensibles, que podamos responsabilizarnos de una manera activa con nuestra manera de ser; cambiar nuestros vínculos y, a partir de eso, mejorar todo lo que podamos, tanto estructural, como simbólicamente, como en términos cotidianos”.
Otro de los daños de las masculinidades tradicionales, es la asociación de conductas de riesgo en la figura masculina, mismas que están relacionadas a un mayor número de accidentes automovilísticos y homicidios en hombres, en comparación con las mujeres.

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Los estereotipos de género también afectan la salud mental de los varones, pues, cuando no cumplen con determinados roles, tiene que lidiar con los mandatos que socialmente se les ha asignado.

Por ejemplo, cuando un hombre pierde el trabajo, deja de ser el proveedor del hogar; o cuando el varón llega a la ancianidad, ya no cumple con la característica de la fortaleza; ambas situaciones le generan problemas mentales, mismos que están limitados a expresar por las emociones que están asociadas a la figura masculina.

Finalmente, el académico de la Universidad La Salle, Ricardo Bernal Lugo, urgió en la necesidad de trasformar las masculinidades para romper con el ciclo de violencia que afecta a la sociedad en general.

También aconsejó a fomentar el diálogo en los espacios públicos y privados; con la pareja, colegas en el trabajo, compañeros en la escuela; en la práctica cotidiana, en la familia, la casa, la escuela, el trabajo, para comenzar a transformar las masculinidades.

Sin perspectiva de género la 4T

Para que la actual administración federal, verdaderamente trabajara con perspectiva de género, debería ser congruente con sus prácticas y, además, asumir la responsabilidad de la construcción de masculinidades alternativas, consideró el director general de Gendes, A.C.

“Ojalá el mismo presidente pudiera sensibilizarse más y cambiar, pero no lo vemos muy decidido, yo creo que lo considera como un ataque a su desempeño, pero, no, al contrario, yo creo que se enriquecería mucho su manera de gobernar”, expresó Mario Vargas Urías.

Y es que, señaló, el gobierno no puede decir que está trabajando con perspectiva de género cuando el mandatario es incongruente al apoyar la candidatura de un hombre que tiene acusaciones por delitos sexuales, o que ha desmantelado instituciones que auxiliaban a las mujeres, tales como las guarderías o los refugios para víctimas de violencia. En ese sentido, indicó que la política de género ha sufrido en este sexenio paradójicamente, por un gobierno de izquierda.

Sin embargo, añadió que ya se trabaja con instituciones educativas, como la UNAM y la Universidad Iberoamericana, así como con la Cámara de Diputados, el Senado de la República y empresas, pero reconoció que no es suficiente, que hace falta un abordaje más amplio para lograr cambios en la materia.