En estos últimos dos años y medio los mexicanos hemos vivido de todo y al decir de todo, no exagero. Sin duda la naturaleza de nuestro pueblo ha ayudado a sobrellevar las tempestades que ha dejado tanto fracaso.

Este 2021 será uno de los más importantes para nuestra historia política y económica porque en junio iremos a las urnas, en una elección calificada como la más grande, en la que se definirá si el Congreso de la Unión sigue secuestrado por Morena o regresa a la democracia. 

La promesa de un cambio de rumbo bajo la bandera de la no corrupción y transparencia atrapó a más de 30 millones de mexicanos, los que han sido testigos de cómo la realidad ha sepultado aquella ilusión. Montajes y fracasos han sido el sello de la administración morenista.

Recordemos la supuesta venta del avión presidencial que terminó en rifa, cuando se organizó una cena con empresarios para que adquirieran de cuates, miles de boletos, se hizo el sorteo, hubo ganadores, y finalmente, todo quedó en anécdota, el avión sigue estando ahí, costándonos más de 400 millones de pesos a los mexicanos.

Quién puede olvidar el famoso “tendremos servicios de salud como en Dinamarca”, y por supuesto el “hemos domado la pandemia”. Tan domada está por la 4T, que casi 200 mil mexicanos han fallecido. Al momento se ha vacunado a 5 millones 459 mil mexicanos contra el Covid-19, menos de 0.4% del total de la población. Hoy tenemos que mendigar a las naciones del primer mundo y por supuesto a Estados Unidos para que nos presten algunas vacunas.

Prometieron acabar con la corrupción, influyentismo y hacer de la “austeridad republicana” una forma de vida; sin embargo, impusieron y blindaron con una curul en el Senado de la República a Napoleón Gómez Urrutia, acusado de robar, desfalcar, de vivir en excesos y derroches a costa de los mineros, y ahora también a costa del erario público.

A dos años y tres meses de este Gobierno, vivimos una transformación que no transforma, que no construye, que destruye. Sin embargo, aún millones de mexicanos siguen cegados ante la retórica del Presidente, practicada por décadas, convertidos en modernas víctimas del Síndrome de Estocolmo, en el que mientras más castigo infringe su secuestrador, mayor empatía y hasta amor sienten por él.

En los próximos días, todo el arsenal propagandístico, económico y político de la 4T estará enfocado en la contienda electoral, con el que pretenden que el Síndrome de Estocolmo, lo haga suyo gran parte de la población. Como lo han adelantado desde Palacio Nacional, mientras más cerca estemos del 6 de junio, fecha de la elección, se agilizará la vacunación, se harán más promesas que quedarán en el mismo lugar que las anteriores, en el cesto de la basura.

Hoy tenemos a un ejército de médicos, enfermeras y personal sanitario muriendo en la línea de batalla -en contraste con un Presidente que se niega a utilizar cubrebocas-, a millones de comerciantes viendo morir sus negocios, los menos accediendo a créditos de 25 mil pesos, mientras que empresarios ligados a la 4T recibiendo créditos de 150 millones de pesos, como también cotidianos enfrentamientos entre delincuentes y las fuerzas del Estado, mientras nuestro mandatario más “preocupado” en perfeccionar sus técnicas beisbolísticas que en la salud del país.

Hoy, así amanece Estocolmo, perdón quise decir México.

                                                                                                                                                @CarlosPavonC