Entre las no pocas cosas que olvidó el FC Barcelona en los últimos tiempos, deberá incluirse el abandonar la Champions League con recato, el ser echado fuera sin mancillar en lo más profundo su honor, el caer sin dejar regado el prestigio.


Porque duele a su feligresía –y mucho– el haber notado año con año cómo se oxidaba este proyecto, el descubrir que el futbol glorioso ya sólo existe en esquinas alejadas de la videoteca y en periódicos que se van haciendo amarillentos, el asumir los costos de la negación. Goleados en la temporada 2016-17 por París Saint Germain y Juventus, debió advertirse cuanto estaba mal y que ya no alcanzaba para competir con los mejores del continente. Lejos de eso, el Barça se aferró a lo mismo… y, por ende, desde entonces repite idénticos resultados.


Durante las oscuras décadas en las que el Camp Nou apenas celebraba títulos, solía repetirse en esas gradas la frase catalana Aquest any sí (este año sí). Esperanza que escondía fatalismo, sólo dice “este año sí” quien pretende convencerse de que al fin no habrá fantasmas en el camino. Y ya se sabe, la forma más sencilla de toparse con maldiciones es creyendo en ellas.
El Barça regresó al Aquest any sí, sólo que ahora con un presupuesto descomunal y con fichajes tan absurdos como costosos, gastando demasiado en elementos indignos de su nivel.
Tras ser goleado por la Juve en 2017, corrió en 2018 a que la modesta Roma le revirtiera el 4-1 de la ida, a que en 2019 el Liverpool le tomara dormido a medio córner y le metiera cuatro, a que en 2020 el Bayern le triturara sin piedad.


Cada una de esas hecatombes debió llevar a que su afición no se sorprendiera con la siguiente. Máxime si el plantel se hacía peor verano a verano. Por ahí se atribuye a Albert Einstein aquello de “locura es hacer lo mismo, esperando obtener resultados diferentes”. Baño de realidad, como describió su DT Ronald Koeman en la conferencia de prensa, el Barcelona ha vuelto al mismo sitio por quinta campaña consecutiva: al naufragar bajo estertores de sálvese quien pueda (si tienen dudas, escuchen la voz de Piqué desgañitado tras uno de tantos embates parisinos).


Todo gran proyecto termina por topar con un final de ciclo. La diferencia está en tener la valentía para aceptarlo y a partir de eso reconstruir. Contrario a eso, el Barça ha sufrido este martes el quinto final de una era dorada. Como la realidad no perdona, cada uno de esos desenlaces se ha encargado de ser incluso más doloroso que el anterior.


¿Cómo superar los ocho del Bayern en Lisboa? Acaso encajando cuatro del PSG en casa y dando por sepultada la temporada antes de salir del invierno. ¿Más dolor? Con la evidencia de que Lionel Messi alinea tan solo que ya no está.


                                                                                                                        Twitter/albertolati

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