Estados Unidos es el mayor receptor mundial de inmigrantes, y México es uno de los países con mayor emigración, por lo que la vecindad siempre ha sido un tema de gran importancia para ambas naciones.

En el caso de la Unión Americana, el triunfo y la administración del presidente Trump estuvieron acompañados de un discurso contra la inmigración ilegal, con especial énfasis en México y en la construcción de un muro fronterizo que parecía marcar distancia entre los dos países; sin embargo, las decisiones en política exterior del presidente Andrés Manuel López Obrador dieron un giro a los pronósticos de confrontación, al punto que, a tan solo unos días de concluir la gestión del mandatario estadounidense, éste expresó su agradecimiento a su homólogo mexicano.

Cabe recordar que, a pesar de que hasta hace unos meses el Presidente de la Unión Americana aseguraba que nuestro país pagaría la construcción del muro, el jefe del Estado mexicano ha declarado que ese tema jamás le fue planteado, y ha agradecido el respeto que en los hechos Donald Trump tuvo para México.

Gracias a la cooperación con Estados Unidos y Canadá fue posible concretar la firma del T-MEC, que representa nuestro instrumento internacional más importante en materia comercial, debido al dinamismo que existe en Norteamérica, y que servirá para impulsar la reactivación económica post-Covid-19.

Incluso en los últimos días de la presidencia de Donald Trump, luego de los hechos recientemente acaecidos en el Capitolio de Estados Unidos y de la censura por parte de diversas redes sociales a las cuentas del aún mandatario estadounidense, el presidente Andrés Manuel López Obrador se mantuvo firme a los principios de no intervención y de autonomía de los pueblos, pero sobre todo defendió valores que trascienden fronteras, tales como la libertad de expresión. Pocas o pocos mandatarios, frente al cambio de Gobierno de uno de los países más poderosos del mundo deciden ser congruentes con su política exterior y con la defensa de los principios en que se sustenta la democracia.

Existen muchas voces críticas sobre la manera en que el Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha refrescado la relación de nuestro país con Estados Unidos; lo cierto es que en un ambiente sumamente adverso, la capacidad política del titular del Ejecutivo mexicano fue el instrumento a través del cual, contra los pronósticos de algunos grupos, se evitó la polarización y se generó una relación prolífica con la que ambos gobiernos iniciarán una nueva etapa de cooperación.

Esta sana relación entre México y su principal socio comercial ha creado mejores condiciones para nuestras paisanas y paisanos migrantes al norte de la frontera. Incluso la cancillería mexicana ha declarado que el T-MEC se podrá invocar para asegurar la vacunación de ellas y ellos por parte del Gobierno estadounidense, con independencia de la transición que se vive en aquel país, lo que significaría un acto de reciprocidad con quienes, a través del aumento histórico de las remesas, han soportado la economía de miles de familias en territorio nacional durante la pandemia de Covid-19.

A escasos días de concluir la administración del presidente Donald Trump, podemos asegurar que Andrés Manuel López Obrador convirtió ese muro discursivo en un peldaño para el desarrollo.

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