La 4T tiene una capacidad única para agarrar millones y millones de dólares y, con esa alquimia cuyos secretos solo ellos conocen, convertirlos en nada. “¿Piensas en Dos Bocas?”, se preguntarán. Bueno, no, aunque es difícil encontrar un ejemplo más acabado. Ni en Santa Lucía o el Tren. Hablo, en este caso, de la llamada televisión pública. De la inutilidad elevada a la categoría de arte.

¿A qué se dedica hoy la televisión publica? Bueno, hay excepciones: todavía se encuentra inteligencia y talento en esos llanos. Pero es que la TV pública, que en realidad es más que nunca una TV gubernamental, nos asesta, por ejemplo, el ejercicio cotidiano de la Mañanera, esas dos horas que pueden ser tres y media. Eso que algunos califican como un ejercicio ejemplar de rendición de cuentas, y que, amigues, seamos francos: es un esfuerzo propagandístico. Digo, podemos sentarnos a discutir largamente, con unos súper papers gringos, de esos de universidad bien progre, sobre las presuntas virtudes de semejante ejercicio presidencial. Pero, por dios: coincidiremos en que usar el tiempo aire para clamar contra una revista, hacer listas de columnistas desafectos o decir que le tienes una confianzota al lic. Bartlett no es como para el Nobel de Comunicación.

¿Y qué decir del doctor López-Gatell? A estas alturas, con 100 mil muertes muy por lo bajo, en efecto, no hay quien le haga caso: ni la ciudadanía, abandonada, que enfrenta la pandemia como puede; ni los epidemiólogos, salvo para refutarlo; ni una buena parte de los gobiernos estatales, que han tomado su propio camino; ni, específicamente, y aunque sea a las calladas, Claudia Sheinbaum.

Sin mencionar el caso de Sabina Berman y John Ackerman, un ejemplo insuperable de la bastantita propaganda disfrazada de opinión y debate en que se gastan nuestros impuestos. Lo de Ackerman es repelente, sí: el machismo, la caradura para usar lo público como privado… Como repelente es el trato a Sabina por parte del canal, que premia al Doc Doc con un futuro programa para él solito (¿John y Doc Doc?). John & Sabina, sin embargo, fue un esfuerzo compartido de enaltecimiento del régimen. Co-conducción, co-responsabilidad.

Y, ese es mi punto, un esfuerzo inútil. Como las comparecencias de Gatell, o las Mañaneras. Porque sí, es propaganda, y la propaganda es inmoral pero no inútil… Siempre que cumpla con un requisito: que alguien la vea. Y es que el rating, nulo, le da la razón al Presidente en una cosa: el pueblo no se equivoca.

 

                                                                                                              @juliopatan09