Luis Miguel Martínez Anzures

De acuerdo con los expertos en desarrollo y planeación urbana, las buenas iniciativas en proyectos de crecimiento metropolitano con altos estándares de sustentabilidad siempre deben venir acompañadas de una profunda necesidad y reflexión por tratar de mejorar las condiciones de convivencia en las que habitan los ciudadanos de un lugar determinado.
La tarea no es sencilla, pues son muchos los factores sociales, políticos, económicos y hasta culturales que hay que saber sortear. En este contexto, la historia del Parque Cuitláhuac es la de un nuevo bosque construido sobre lo que fue un vertedero de basura que es digna de conocer y difundir.


De 1948 a 1982, este sitio fungió como un tiradero con montañas de desperdicios de hasta 100 metros de altura, para después ser transformado en un relleno sanitario. Durante las administraciones pasadas hubo varios intentos por convertir el que fuera el basurero más grande del entonces Distrito Federal, en un parque urbano. Pero la tecnología no alcanzaba para reparar el suelo dañado. Por lo que esta zona no tenía la suficiencia ambiental, ni los cuidados procedimentales en el manejo de los residuos tóxicos con los que debía contar para proteger a los habitantes que vivián en las cercanías del lugar.
Sin embargo, con el paso de los años y la evolución de los métodos de reciclaje, la situación cambio.


En febrero de 2019, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum anunció una inversión de 250 millones de pesos en este proyecto. Para todo el proceso de ingeniería se reunieron a más de dos centenares de especialistas y académicos entre los que destacan: geógrafos, urbanistas hidrológicos, botánicos, biólogos, geofísicos, ingenieros especializados en química, ambientalistas, paisajistas de mecánica de suelo, topógrafos, analistas bioestadísticos, entre muchos otros. Un esfuerzo multidisciplinario que vale la pena reconocerse y apreciarse.


De esta manera, esta zona geográfica pasará a ser la segunda más grande de la capital mexicana, solo después del bosque de Chapultepec; contará con 145 hectáreas y está proyectada para recibir a visitantes de todas partes de la megalópolis. Por supuesto, habrá múltiples beneficiados de esta monumental obra de reciclaje urbano que, de acuerdo con cálculos estadísticos, rondarían en dos millones de habitantes.


En cuanto al proyecto y edificación de este nuevo conjunto de recreación y esparcimiento, su primera etapa ya ha sido concluida y tiene entre sus activos: un parque acuático, área de juegos infantiles, go-karts, espacio escultórico, lago artificial, zona para mascotas, anfiteatro, torre mirador y el skatepark más grande del planeta, con una superficie de mil 500 metros cuadrados.


En cuanto a la segunda y tercera etapa, su inauguración está planeada en los años 2021 y 2022 respectivamente. En las tres fases de construcción se tiene planeada la reforestación de 44 mil especies de flora —perfectamente estudiadas para adaptarse al terreno—, que conformarán la capa vegetal mediante diversas ecotecnias, esperando que en un plazo de cinco a 10 años los árboles lleguen a crecer hasta 15 metros. Las casuarinas y los eucaliptos son dos de las especies de árboles que se plantarán en grandes cantidades en este lugar, ya que, debido a estudios biológicos previos, se concluyó que son las mejores opciones para sobrevivir en las condiciones ambientales que habrá de presentar esta edificación.


Otra de las características más sobresalientes de este megaproyecto es que está construido con basura. Es decir, la construcción del parque se está haciendo con las botellas y el cascajo encontrado en el tiradero, una característica que le da mayor realce no solamente conceptual, sino más bien estructural, acorde con los nuevos tiempos.


Dichos materiales serán la base geológica del parque, con lo cual se evitará que la estructura principal se inunde o se hunda. Gracias al asiento de cascajo y PET, el agua se mantendrá en las capas vegetales superiores, además evitará la filtración de gases de basura. En cuanto a las zonas no vegetales, también contarán con piso y adoquines de los mismos desechos antes referidos. Cada metro cuadrado del material contiene 200 botellas y resiste 250 kilogramos.


Además, debido a la escasez de agua que presenta la demarcación, el Parque Cuitláhuac en Iztapalapa, contará con su propio suministro de agua, alimentado a través de captación y tratamiento del líquido pluvial y residual, mediante un estanque artificial, mejor conocido como humedal.


Por todas estas características la construcción de este lugar es un ejemplo de política pública encaminada a la preservación ambiental de la zona oriente de la capital del país y un esfuerzo articulado en el rescate del tejido social de la comunidad de Iztapalapa y sus alrededores, que seguramente se verá beneficiada con la disminución de los niveles de inseguridad en la zona, mejor calidad de aire, incremento de la flora y la fauna local, reactivación económica popular, entre otros. Construcciones como esta, son un referente obligado para entender la trazabilidad de los nuevos proyectos de rescate urbano en todo el país que debe sistematizarse y replicarse con celeridad en muchas zonas geográficas de México en beneficio de comunidades marginadas. Enhorabuena por este proyecto arquitectónico.

                                                                                                        @Drlmma56