Martha Hilda González Calderón.

Si el economista indio Amartya Sen, premio Nobel de Economía, hubiera coincidido en la época de Porfirio Díaz para asesorarlo, seguramente el presidente mexicano hubiera replanteado la afirmación que hiciera en la entrevista a Creelman de 1908, de que México estaba preparado para la democracia. El economista le hubiera explicado que más allá de que el país estuviera preparado o no, la democracia era el medio más efectivo para que nuestro país progresara.

Si hubiera realmente puesto en práctica su consejo, seguramente nuestra historia se hubiera escrito de manera distinta.

Aunque como popularmente se dice que el “hubiera” no existe, lo que sí es una realidad es que para Amartya Sen, lo más importante que ocurrió en el siglo XX, fue la multiplicación de la democracia en todo el mundo.

Desde que era un niño, le impactaron las hambrunas que azotaron a su país e inició el estudio de las causas que las motivaron en lugares tan distintos como Irlanda, Etiopia, Sahara, entre otros.

A partir de sus conclusiones plasmadas en su ensayo “Pobreza y Hambruna” de 1981, pudo señalar que más que un problema de carencia de alimentos, se trataba de un tema de ineficiencia en los canales de distribución de los mismos. En donde algunos acaparaban los recursos para aumentar sus utilidades y otros no tenían ingresos para cubrir sus necesidades alimentarias más apremiantes.

Sus conclusiones son lapidarias: “en la terrible historia de las hambrunas mundiales es difícil de encontrar un caso en el que haya habido hambre en un país con una prensa libre y una oposición activa dentro de un marco constitucional democrático”.

Entre más democrático es un país el gobierno tiene mayor cuidado en resolver este tipo de catástrofes. El éxito de la democracia no solo depende de las formas institucionales que se adoptan, sino por el vigor con el cual se practica.

Un gobierno emanado de elecciones democráticas tiene mayor interés en invertir en medidas preventivas que le permitan cuidar a la población y mantener su apoyo.

El nobel bengalí recordaba que en 1962, Mao Tse Tung reconocía que ante la ausencia de democracia no se podía planear bien, porque no se contaba con información de las bases. Para entender lo que la gente quiere y cuáles son sus prioridades.

Otro ejemplo que frecuentemente cita es el de las previsiones catastróficas que los expertos tenían en la India, cuando el SIDA empezó a cobrar víctimas. El que el gobierno haya permitido una amplia discusión pública, en donde se pudieron construir políticas públicas preventivas, que disminuyeron sensiblemente el impacto de esta enfermedad, fue un punto a favor de la democracia.

A lo largo de su larga trayectoria académica en la India, Reino Unido y los Estados Unidos, combinó estudios económicos con filosóficos, Amartya Sen ha revolucionado la visión de las teorías económicas tradicionales al establecer que la pobreza y la desigualdad son multidimensionales y no solo, una cuestión de ingresos o utilidades.

En múltiples ocasiones ha reiterado que los indicadores macroeconómicos de un país, no reflejan necesariamente como viven sus habitantes y es más importante los parámetros en los que viven las personas..

A partir de sus teorías económicas, se construyó el Índice de Desarrollo Humano por parte de Naciones Unidas, que se explica como la expansión de las libertades de las personas para vivir muchos años, recibiendo educación y materializando sus aspiraciones personales. Esta visión dio pie a una discusión entre países para profundizar en otras categorías.

De esta manera, si en un país no se cuidan los parámetros de acceso a la salud, a la educación, además de los económicos, seguramente tendrá una posición baja en el Índice de Desarrollo Humano.

Hay un reconocimiento, inspirado por Amartya Sen, de que el Producto Interno Bruto de los países no permite profundizar y evaluar la calidad de vida de las personas.

En aquellos países en desarrollo, en donde se han limitado a aplicar programas sociales para abatir la pobreza sin incluir la participación activa de la poblacion que los necesita, ha generado que las personas desarrollen sentimientos de exclusión al no ser tomados en cuenta y que los mismos apoyos no sean valorados, al desdeñarse los aspectos éticos para obtenerlos.

También identificó que la pobreza per cápita, no permite profundizar en la propia pobreza de las personas. Esto que pareciera irrelevante es la explicación de que en muchos países se prefiera apoyar a aquellas personas que se encuentran apenas debajo de la línea de la pobreza y en menor medida a aquellos que se ubican en la pobreza extrema.

Sen establece que el nivel de vida de las personas –más que un análisis de los bienes que poseen- es el desarrollo de sus capacidades individuales. La elección de estas capacidades es un ejercicio de la libertad que tiene cada persona. Y esta visión desplaza a los hogares como unidades de medida, como se hacía tradicionalmente, poniendo en el centro del análisis a la persona en el ejercicio de sus capacidades.

Para clarificar esta visión, el economista pone como ejemplo a una bicicleta. Para la visión económica tradicional, una bicicleta es un bien que potencialmente podría arrojar una utilidad. Para la teoría de las capacidades de Amartya Sen, una bicicleta más que una posesión, es un instrumento que permite desarrollar la capacidad de transportación; además de que trasladarse en ella, es saludable y amigable con el medio ambiente.

Esta visión que va más allá del propio valor de las cosas, permite dimensionar que una casa sea más bien vista como un hogar y el trabajo como una fuente de realización y de dignificación de la vida de las personas.

Coincide con John Rawls en su crítica hacia la teoría utilitarista y reconoce que cuando se habla de justicia social, va más allá del enfoque de las capacidades. Sin embargo, mientras Rawls se centra en la imparcial posesión de los medios y la diversidad interpersonal; para Amartya Sen, las reivindicaciones sociales se evalúan por las libertades en las que la persona puede elegir.

La democracia no solamente se puede ver como el resultado que impone la mayoría. Es mucho más complejo: es el sistema que permite que las personas analicen sus verdaderas alternativas políticas y elijan libremente la que más les convenza. Un sistema que demanda permanentemente el diálogo entre los gobernantes con sus gobernados.

Para Amartya Sen, el valor fundamental de la persona es el ejercicio de sus libertades y es la democracia quien le garantiza el permanente ejercicio de las mismas.

En el Estado de México, la visión de Amartya Sen permite tener claridad que cualquier programa social, facilita el acceso al desarrollo de las capacidades de los individuos. Al lograr que muchas personas que son beneficiarias y que no tuvieron la oportunidad de concluir sus estudios, puedan acudir a capacitarse y dignificarlas al poder ser incluidas en el mercado laboral, es una de las lecciones aprendidas del ganador del premio Nobel.

Las ideas de Amartya Sen no solamente pudieron cambiar nuestra historia compartida en México, a principios del siglo XX. Su actualidad es más evidente que nunca. Cuando señala que “el éxito de una sociedad es ser evaluada por las libertades que sus miembros disfrutan”.

En el momento actual que vive la humanidad en donde, ante los estragos de una pandemia, nos hemos dado la oportunidad de evaluar a la sociedad en la que vivimos y las libertades de las que gozamos. Sin ninguna duda, la democracia sigue siendo el más grande legado de nuestro tiempo.

                                                                                                     @Martha_Hilda