El relevo en la Secretaría de Seguridad por el desplazamiento de Alfonso Durazo Montaño a la candidatura a gobernador por Sonora ha generado nerviosismos y rumores y nuevas versiones de militarización.

La militarización ocurre cuando las fuerzas castrenses invaden la esfera civil sin contar con facultades legales. Pero las tareas asignadas a las Fuerzas Armadas mexicanas tienen todas, sustento constitucional y legal en las leyes militares.

Lo que no se ha entendido hasta ahora es el hecho de que existe un conflicto entre el Estado y los grupos delictivos en crecimiento y fortalecimiento armado. Se trata de un asunto de seguridad nacional en su versión de seguridad interior como facultad del Estado para garantizar condiciones para el bienestar, vigencia del Estado, gobernabilidad democrática y hegemonía constitucional.

Lo que debe quedar claro es que la seguridad nacional y la seguridad interior tienen que ver con la defensa del Estado ante enemigos que buscan destruirlo, anularlo o penetrarlo por la vía de la violencia para que deje de cumplir sus funciones de representación social. Por eso la seguridad nacional, aún la civil, tiene enfoques de seguridad militar. Los cárteles disparan balas, no verbos.

La Guardia Nacional tiene marco constitucional para mantenerse dentro de la esfera civil y sus efectivos provenientes del sector militar se rigen por reglamentos y leyes civiles. El decreto del 11 de mayo para autorizar a las fuerzas armadas a apoyar a la seguridad pública fue un refrendo del enfoque civil de la seguridad.

En los hechos, las fuerzas armadas forman parte de las estructuras civiles de Gobierno y están sometidas a leyes y reglamentos derivadas de su pertenencia a la estructura central del despacho presidencial, a diferencia de otros países donde los ministerios de Defensa son civiles y los militares se mueven al margen.

En este sentido, las fuerzas armadas son una fuerza social institucional, no una casta armada.

 

Zona Zero

  • El mando total de la seguridad lo tiene el Presidente de la República. En las reuniones diarias de seguridad conoce de hechos y dicta directrices. Los funcionarios han logrado coordinarse para no estar tropezando unos con otros. Ahí Durazo fue efectivo y su sucesor debe retomar esos hilos de coordinación y no comenzar de cero.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

 

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