Genaro García Luna

“Los tenis sin agujetas para evitar un suicidio” es solo uno de los detalles que se observan en las imágenes de Genaro García Luna a partir de su detención en Estados Unidos, la primera ocasión en la historia que es detenido en ese país un mexicano que ocupara una secretaría de Estado.

Esta escena la recupera Francisco Cruz en su libro García Luna, El señor de la muerte, en el que indaga dentro de la niñez y juventud del ex funcionario, hasta su consolidación en las más altas esferas del poder.

En los cabos que la narración oficial dejó sueltos, las calles que recorrió durante su juventud y los documentos que no fue posible suprimir, el autor encontró las pistas para captar la biografía completa de este personaje.

García Luna ocupó múltiples cargos en áreas de seguridad a lo largo de tres sexenios, el más importante de ellos fue la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública durante la administración de Felipe Calderón.

Francisco Cruz relata en entrevista con 24 HORAS sobre la vida de este hombre y lo que hizo para llegar al nivel de influencia entre los capos que se le imputa.

Relata que la familia de García Luna salió huyendo de Michoacán hacia la capital mexicana en los años sesenta por razones desconocidas, para instalarse en la colonia 1ro. de Mayo, una de las seis colonias que tiene como eje a la colonia Romero Rubio, donde estaba el Palacio de Lecumberri, hoy el Archivo General de la Nación.

Aquí, es donde formaría su perfil criminal. “Los papás cuando huyen traen a García Luna a enfrentar su destino”, comenta Francisco Cruz.

La calle donde él vivía era llamada “La Canasta”. A sus 11 años, policías con actividades delictivas lo reclutan como informante, con la labor de investigar a los comerciantes adinerados de la zona para asaltarlos.

Posteriormente este grupo de comandantes llevarían a García Luna al CISEN donde, de acuerdo al periodista, abrió una hermandad mafiosa de agentes de policías federales. 

Así inicia el andar delictivo de García Luna, de acuerdo con el libro que relata cómo habría de convertirse en el hombre más poderoso de México detrás del mismo presidente.

A esta célula delictiva se unirían personajes como Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García, quienes son buscados actualmente por la justicia estadounidense, o Maribel Cervantes Guerrero, separada de su cargo como Secretaria de Seguridad del Estado de México.

Francisco Cruz comenta que ellos eran analistas del CISEN y fueron los encargados de ayudar a darle a García Luna la imagen de “súper policía” y hombre de bien, a la vez que fortalecía sus nexos con narcotraficantes.

En las elecciones de 2000, García Luna aprovecha la información que obtenía de integrantes del PRI y empresarios, por lo que decide dársela a Vicente Fox y a Martha Sahagún, quienes lo harían titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en 2001.

Posteriormente, en 2005 se pone al servicio de Felipe Calderón y Margarita Zavala. En este punto García Luna ayudaría a infiltrar personas en los mítines de Andrés Manuel López Obrador y también permitiría que Calderón tomara protesta entre silbidos y en una ceremonia que duró apenas 5 minutos debido a las protestas de la izquierda por un presunto “fraude electoral”.

Francisco Cruz es un periodista formado en diversos medios de comunicación de México; en 1997 recibió la Presea Estado de México José María Cos en periodismo.

Es autor de varios libros: Los depredadores (2017), La guerra que nos ocultan (2016), Los hijos del imperio (2015) y Los juniors del poder (2014). En Temas de hoy publicó: El Cártel de Juárez (2008), Tierra narca (2010), Las concesiones del poder (2011), AMLO. Mitos, mentiras y secretos (2012), Los Golden Boys (2012), Los amos de la mafia sindical (2013) y Negocios de familia. Biografía no autorizada de Enrique Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco (2009), en el que es coautor.

 

Piden no anticipar conjeturas por juicio

Diana Benítez

Luego de que Genaro García Luna se declaró no culpable ante una Corte de Nueva York por cinco delitos de vinculación con el crimen organizado, el presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunció por no adelantar conjeturas y esperar el fallo.

“De acuerdo con el procedimiento, ya citaron en otra audiencia y diciembre y si se continúa con el juicio y él sigue sosteniendo que es inocente, ya viene un fallo que puede tardar tres, seis meses. Ya se le puede declarar culpable, como una pena, eso va a depender de los elementos de prueba y de lo que decidan los jueces”, dijo en La Mañanera.