Tomas violentas de instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, manifestaciones de agricultores en Chihuahua, enfrentamientos entre normalistas y policías en Michoacán; y la prioridad del Presidente la semana pasada, fue vender a toda costa boletos de la lotería nacional y deslegitimar las protestas.

El desdén y omisión de la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra hacia las víctimas y familiares, generaron que Marcela, mamá de Lía quien fue abusada sexualmente cuando tenía 4 años de edad, decidiera atarse a una silla en las instalaciones del organismo, ante el hartazgo por la falta de respuesta de las autoridades.

Estas protestas se radicalizaron con la toma violenta del edificio de la CNDH en el Centro Histórico y que después se replicó en Ecatepec, Estado de México.

Al mismo tiempo, en Chihuahua, campesinos que advierten riesgo en sus cultivos ante la sequía que se ha pronosticado, tomaron las instalaciones de la Presa La Boquilla; generando enfrentamientos con la Guardia Nacional.

En tanto, en Michoacán policías estatales se enfrentaron con normalistas quienes retuvieron choferes y vehículos, dejando al menos ocho uniformados lesionados.

Sin embargo, el Presidente decidió minimizar las protestas, descalificando a los manifestantes y acusando a líderes y servidores públicos de estar detrás de los movimientos.

Además, enfocó toda su energía en promover la venta de boletos de lotería para la famosa rifa del avión en la que no se entregará dicho premio.

Los estallidos sociales deben ser atendidos y no descalificados, menos aún por un gobierno que llegó al poder promoviendo bloqueos, toma de pozos petroleros, y múltiples protestas.

Cuál será la apuesta del Presidente cuando, en lugar de atender el fondo de los conflictos, decide desprestigiar los movimientos, incrementando el enojo con riesgo a generar mayor violencia; lo que a nadie le conviene, en medio de una gran polarización social.