Vivimos en un Gobierno que les ha dado a los símbolos, un peso específico en cada acto de Gobierno.

Hoy no se trata de gobernar con láminas de Excel para exaltar el “dato duro”, sino de que el apoyo y los actos de poder se sientan, y si es en los bolsillos de los que menos tienen, mejor. Parece que se nos olvidó que “por el bien de todos, primero los pobres”.

Desde 1996, cuando López Obrador llegó a la presidencia del PRD, dio muestras muy claras que no era el clásico político mexicano. Comenzó a hablar duro, mucho, del sistema al que siempre consideró infectado de corrupción.

El coronavirus no ha cambiado la forma de hacer política de López Obrador. No se ajusta a las formas tradicionales de atender una emergencia como la del Covid-19 que hoy padecemos (endeudamiento, apoyos a grandes corporaciones, traslado de deudas privadas al erario, etc.) pero lo que le molesta a la gente de lo que no hace el Presidente es, según la encuesta publicada por El Financiero el 3 de agosto, su falta de uso de cubrebocas en sus eventos públicos -71% lo desaprueba. Sin embargo, en el tema de la salud, el Presidente tiene una calificación del 45% a favor contra el 32% que piensa que lo hace mal o muy mal.

La venta/rifa del avión presidencial comprado por Felipe Calderón y usado por Enrique Peña es otro tema controversial. Ese avión sí es visto por la gente como el símbolo de la corrupción y de la opulencia de quienes gobernaron antes de 2018. El 28% de los encuestados dice que tiene una mala opinión de la venta/rifa del avión, pero el 32% está a favor.

Veremos si el símbolo que la 4T escogió para ejemplificar lo corruptos que eran los gobiernos anteriores sirve en el proceso electoral que comienza en septiembre.

Hay muchos símbolos, y hechos, que hacen que el Presidente no pierda credibilidad y apoyo popular: 1. El trato respetuoso de Donald Trump hacia López Obrador en la Casa Blanca (a Peña Nieto lo ninguneó en Los Pinos) y, 2. La lucha contra la corrupción es un hecho y Rosario Robles está en la cárcel siguiendo un proceso y Emilio Lozoya se convertirá en el soplón del Nuevo PRI que llevó a México a vivir con el Gobierno más corrupto de la historia.

El Presidente subió dos puntos (de 56 a 58) en su aprobación. Solo 37% está en desacuerdo con él. Y no es minimizar a ese tercio de los encuestados, pero no tienen una vía por la cual manifestar su inconformidad, a no ser las redes sociales porque los partidos de “oposición” no dan señales de vida.

 

La Letrina. El PT en la Cámara de Diputados actúa como el más vulgar ambicioso buscando el poder por el poder. Por salud pública, no es conveniente que los ultras que dicen ser de la 4T dirijan el periodo legislativo en tiempos electorales. El mandato de las urnas fue uno, y ese no es el que el PT tome las riendas en San Lázaro. ¡Qué cerdos y marranos se ven imitando, y mal, al PRIANRD!

 

                                                                                                                                                        @Fercoca