Sólo en su mente podría ocurrir un escenario así, pero algo ha de estar ocurriendo que el miedo a perder los comicios del próximo mes de noviembre ha llevado al presidente de EU, Donald Trump, a insistir en que un fraude estaría en vías de ser fraguado para cerrarle el paso a su reelección.

 

Los datos públicos son poco alentadores para el huésped de la Casa Blanca. En materia de sondeos, los principales estudios de opinión dan como vencedor al demócrata Joe Biden. Publicada el pasado 20 de julio, una encuesta de The Washington Post y de la televisora ABC indica que este último aventajaría a su contrincante republicano por 15 puntos (55% Biden-40% Trump).

 

En el ámbito de su popularidad, Donald Trump ha podido observar cómo los números van en su contra. El estudio antes mencionado señala que el índice de aceptación del mandatario bajó de 43% en febrero a 39% en julio. El sitio FiveThirtyEight ubicaba ayer la desaprobación del Presidente en un 54.7%, mientras que esta cifra era de un 41.3% al inicio de su mandato.

 

La economía norteamericana ha sufrido golpes con muy pocos precedentes en la historia de esa nación. Que América vuelva a ser grande -su lema de campaña- pasa forzosamente por el crecimiento y, dada la situación actual, ello no tiene manera de ocurrir.

 

A tasa anualizada, durante el primer semestre de este año, el Producto Interno Bruto de Estados Unidos registró una estrepitosa caída del 32.9% en el segundo trimestre de 2020. Para fines del pasado mes de julio, la cifra de nuevos desempleados superaba 1.4 millones de personas, con más de 30 millones de norteamericanos sin trabajo.

 

El de la derrota es un escenario que Trump no se ha planteado y por ello está dispuesto a poner en duda uno de los fundamentos más sólidos de la democracia estadounidense que es su proceso electoral. En repetidas ocasiones, el mandatario de origen republicano ha señalado que el voto por correo, previsto por la legislación que regula los comicios en ese país, provocaría “la elección amañada más grande de la historia”.

 

Trump ha sugerido modificar el calendario electoral, eventualidad que, lo sabe bien, es imposible. La Constitución otorga al Congreso la facultad para definir la fecha de los comicios. Un cambio tendría que ser resultado del voto mayoritario de la Cámara de Representantes, bajo control demócrata, y del Senado, dominado por los republicanos.

 

Hoy Trump parece estar contra las cuerdas. Su pésimo desempeño durante la pandemia, que ha puesto a la Unión Americana en el triste primer lugar mundial de contagios y de muertes por Covid-19, el grave deterioro económico del país y las protestas callejeras que no cesan han mermado la confianza de los estadounidenses y han colocado a su Presidente en una situación de desesperación. Una de las pocas salidas es reventar el proceso electoral, poner en duda su confiabilidad y alertar sobre un fraude que solo en su imaginación podría ocurrir. Cosas de la vida.

 

Segundo tercio. Oaxaca marcó la pauta de lo que podría ser una política nacional con la prohibición de venta de comida chatarra a los menores de edad. Ahora se enfrenta al reto de implementar la medida.

 

Tercer tercio. Alerta a la SEP. En redes sociales circularon versiones de padres de familia que denuncian a escuelas privadas que exigen el pago de uniformes para el reinicio de clases, un sinsentido en estos tiempos, sobre todo, cuando los cursos serán a distancia.

 

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