Un respiro para la estabilidad democrática de México fue la designación de los cuatro nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), en un proceso que, desde un arranque, se antojó como una lucha de fuerzas entre los grupos radicales y moderados de los partidos que integran la Cámara de Diputados, en particular Morena, que ostenta la mayoría.

 

Buena noticia es que los nuevos integrantes del Consejo General del INE, Carla Humphrey, Norma Irene de la Cruz, Uuc-kib Espadas y José Martín Faz, hayan obtenido el apoyo de la mayoría calificada de los diputados de todas las fracciones de la Cámara baja (399 votos a favor, cinco en contra y cinco abstenciones).

 

Con esta elección, que finalmente quedó exenta de impugnaciones públicas, se disipan las dudas en cuanto a la imparcialidad del órgano encargado de convocar y organizar los procesos electorales y, con ello, se cierra la puerta a cualquier descalificación que pudiera presentarse antes o después de los próximos comicios de 2021.

 

Los grupos radicales de Morena y del Partido del Trabajo intentaron reventar el proceso al ver que sus pretensiones de incluir perfiles que no cumplían con los criterios de elegibilidad no fueron tomados en cuenta para la fase final de la designación. Habrá que reconocer que el presidente López Obrador dio la espalda a estas tribus que mucho ruido hicieron en las últimas semanas y prefirió apegarse al designio de la mayoría.

 

Mal quedaron las voces de la oposición que insistieron en que una supuesta intentona gubernamental pretendía acabar con la autonomía del INE, desaparecer ese instituto o, bien, tomar el control de su máxima instancia que es el Consejo General. Ni uno ni otro escenario ocurrió.

 

Los cuatro consejeros gozan de trayectorias lo suficientemente sólidas y diversas para ocupar el cargo para el que fueron seleccionados. Tienen la enorme responsabilidad, al igual que sus pares, de conducirse en apego a los principios que rigen a este órgano del Estado que son certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, objetividad y máxima publicidad.

 

Obligación será también de todos respetar los resultados de los procesos electorales que surjan de la conducción de este renovado Consejo General que goza, hoy, de la aprobación de todas las tendencias políticas. Ya no queda espacio para sembrar la duda.

 

Segundo tercio. En 2023 resurgirá con más fuerza el choque de fuerzas por el control del INE. Cuatro de los integrantes del Consejo General, entre ellos su presidente, Lorenzo Córdova, deberán ser relevados. Una nueva mayoría de diputados surgida de las elecciones de 2021 tendrá que enfrentarse por quien encabece este órgano a un año de los comicios presidenciales de 2024.

 

Tercer tercio. Imposible que personajes como John Ackerman pretendan ahora adjudicarse los buenos resultados de la designación de los cuatro nuevos consejeros del INE. Intentar reventar el proceso por no lograr imponer a una candidata cercana a su grupo radical no es, bajo ninguna circunstancia, un abono a la democracia.

 

                                                                                                                                                    @EdelRio70