Era previsible. La expansión del virus por el mundo alcanzó a los pueblos y comunidades indígenas, golpeando con mayor severidad en América Latina donde la brecha de pobreza y desigualdad es más marcada.

 

Las poblaciones indígenas tienden a ser geográficamente remotas, lo que presenta todo tipo de problemas, desde la falta de recursos hasta la dificultad para proveerlos. Son zonas en donde el acceso a una línea telefónica o al servicio de Internet es el menor de los problemas, tomando en cuenta que el acceso al agua es escaso, sino es que complemente nulo, por lo que contagiarse del virus se convierte en una sentencia para estas comunidades.

 

Entre los factores que pueden provocar una rápida expansión de la pandemia está el precario o incluso inexistente acceso a servicios médicos y la falta de información de calidad sobre las medidas preventivas que deben adoptar, lo que implica un incremento en el riesgo de contagio.

 

Si a esto agregamos la desnutrición, las condiciones de higiene y de habitación por el abandono histórico del que han sido objeto, el resultado es la vulnerabilidad de los pueblos indígenas frente a enfermedades como el Covid-19, producto de la desigualdad en sus condiciones de vida.

 

Por otro lado, su forma de vida comunal, tan distinta a la individual que llevamos en las ciudades, hace que el distanciamiento social sea culturalmente difícil de guardar.  Celebraciones patronales y religiosas, actividades políticas y de organización, trabajo en el campo y comercio: toda su vida es en colectivo y gira en torno a la comunidad.

 

Ahora bien, de acuerdo a información oficial, en México las entidades con más contagios en personas indígenas son Yucatán, Oaxaca, Ciudad de México, Hidalgo, Quintana Roo y Chiapas. La mayoría de defunciones se han presentado en Yucatán, Estado de México, Quintana Roo y Oaxaca. Un dato que es clara evidencia de la vulnerabilidad que tienen las comunidades originarias ante la pandemia es el siguiente; el promedio nacional de letalidad por Covid-19 es del orden del 11.5%, mientras que en las comunidades indígenas es de cerca del 17.5%.

 

Los efectos del virus golpean, sí, a las zonas económicas importantes de nuestras naciones y hay que atenderlas con el caso y la urgencia que ameritan. Pero también es una ventana de oportunidad para incorporar a los excluidos de la historia.

 

Saldar la deuda con nuestras comunidades indígenas, en medio de la tragedia, es una oportunidad que no podemos dejar pasar.