La crisis en la configuración de funciones de la Policía de Ciudad de México puede servir de laboratorio social para analizar y caracterizar la severa crisis de funcionalidad –es decir: de existencia– de las policías en un Gobierno autodenominado progresista y social.

La afirmación de la jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum en el sentido de que muchos se quedaron esperando ver a los policías reprimiendo a toletazos a los grupos violentos escudados en la autodenominación anarquista, sólo causó más preocupación porque pudo llevar a la siguiente conclusión: es preferible que los grupos violentos destruyan zonas de la ciudad a usar la Policía para reprimir.

La confusión es hasta conceptual: se reprime una ideología, una práctica social o una movilización popular. El ejercicio de la fuerza como destrucción puede y debe ser aplicada –moderar, disminuir o suavizar algo riguroso o áspero– contra infractores de la ley con el uso de la fuerza bajo las reglas y protocolos ya existentes.

El desafío del nuevo jefe policiaco capitalino Omar García Harfuch no consiste en hacerse a un lado, sino en haber usado su primer año de gestión en limpiar, reordenar y sobre todo capacitar a las fuerzas de seguridad que hasta hoy siguen igual que siempre: autodefinidos por los mordelones contra ciudadanos.

El nuevo modelo policial definido por el secretario federal de Seguridad, Alfonso Durazo Montaño, requiere de voluntad, decisión y valentía de los jefes policíacos locales para acercarse a resultados tangibles. Lo peor que le puede pasar a un jefe policíaco local es guarecerse debajo de la Guardia Nacional. El dilema no está en reprimir o dejar hacer, sino en imponer el respeto al Estado de derecho con garantía de los derechos humanos.

Muchos de los anarquistas ya debieran estar siendo procesados por delitos de fuero común.
Los pasivos de Sheinbaum en materia de seguridad son puntos en contra en su carrera política por venir. Eso ocurre cuando se cuida el perfil y no se defiende a la ciudadanía.

Zona Zero
Si las cosas siguen igual, los grupos anarquistas saldrán cada vez que deseen a causar destrozos, robar y atemorizar a la ciudadanía sin miedo a arrestos formales y a prisiones legales. Y todo en nombre de un Gobierno humanista.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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