Martha Hilda González Calderón

 

Al iniciar junio, tres de los sectores productivos más importantes reinician actividades al ser considerados esenciales: la industria automotriz, la minería y la construcción. El Gobierno Federal anuncia que más de 15,398 empresas estarán reactivando actividades en todo el país. Es importante insistir que esta reactivación se limita a estas tres actividades, además de las que ya eran consideradas esenciales, pues seguimos en alerta máxima y quedarse en casa sigue siendo obligatorio, sobre todo para quienes vivimos en la Zona Metropolitana del Valle de México.

El Gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, ha señalado como semáforo para iniciar la reactivación económica, el emitido por las autoridades sanitarias, quienes nos estarán informando cuándo empezarán a reducirse los contagios y, en consecuencia, pasar a los siguientes niveles de la reactivación económica.

Las autoridades federales han dividido en cuatro etapas la reapertura de los sectores productivos, iniciando por la luz roja de alerta máxima, en donde solo actividades calificadas como esenciales, están autorizadas a seguir operando.

Le sigue, la luz naranja que señala que aún hay un alto riesgo de contagio pero menor que en la fase roja y que se estará permitiendo que otras actividades, se vayan reactivando, con un aforo del 30%.

Después es la luz amarilla, en donde se reaperturan otros sectores y de aquellas que ya estaban activadas, se incrementa el aforo al 60%; para llegar a la fase verde, en donde se terminan de activar todas aquellas actividades que por ser de alto contacto humano habían quedado cerradas, hasta el momento en que los contagios hubieran sido reducidos al mínimo.

A pesar de que aún el epicentro de la pandemia está posicionado en esta región, es naturalmente comprensible que de inmediato, los tres ámbitos de gobierno -junto con los sectores productivos -, hayan iniciado los trabajos de coordinación para facilitar la reactivación económica. La intención es que se preparen los diferentes sectores económicos, a partir de los lineamientos establecidos por el Instituto Mexicano del Seguro Social y supervisados por las autoridades laborales, para estar listos en cuanto la luz roja pueda ceder el paso al siguiente color, para anunciar que los contagios han disminuido.

La reapertura económica tiene varias características. Se considera que debe ser paulatina, ordenada, integral e incluyente, para abarcar todos los planos de la vida de los trabajadores y las empresas en las que laboran, con el fin de evitar rebrotes epidémicos.

La reactivación económica debe ser paulatina y ordenada porque inició a partir de aquellas actividades económicas consideradas esenciales, para mantener la vida comunitaria y continuar abriéndose a otros sectores, en la medida de la disminución del número de contagios, hasta llegar a la luz verde en donde habrá mayor libertad de realizar, con cuidado, las actividades que hacíamos al principio de esta pandemia.

Los protocolos de reactivación económica permiten establecer, a partir del número de trabajadores de la empresa, las condiciones sanitarias que deben observar para reducir al máximo, la posibilidad de un rebrote del virus. Partiendo de las medidas aplicables a todos los sectores como el lavado continuo de manos, el uso de cubre bocas, la limpieza y la sanitización de los lugares de trabajo. Estas medidas se multiplicarán en los casos de medianas y grandes empresas.

La reapertura tiene que ser integral, porque además de las actividades económicas que pueden desarrollarse en cada etapa, incluye las medidas que las áreas públicas deben de observar en cada una, a partir de los aforos permitidos. Desde la fase roja en donde es obligatorio su cierre, pasando por las fases naranja y amarilla en donde se permite una reapertura del 30% al 60%, respectivamente; hasta llegar a la utilización libre de estos espacios, en la etapa verde.

La movilidad de los trabajadores de sus hogares a sus centros de trabajo es uno de los retos más sensibles que se enfrentan en el marco del COVID-19. Contar con vehículos de transporte público debidamente sanitizados, que vigilen que su pasaje observe las medidas de sana distancia. Evitar las aglomeraciones de los usuarios del transporte público en horas pico, obliga a combinar el escalonamiento de los horarios de trabajo para reorganizar los flujos vehiculares y evitar tumultos.

Es incluyente, porque establece las medidas que deben ser observadas por la población vulnerable por razones de edad o de comorbilidad, que pueden comprometer su vida al ser contagiados. El semáforo establece desde el confinamiento total en la fase roja hasta que vaya relajándose el resguardo en casa, a medida que los niveles de riesgo vayan disminuyendo.

El esfuerzo realizado por el sector automotriz, estrechamente vinculado principalmente con el vecino país del norte, es de reconocerse. Sobreponerse al impacto de la pandemia y coordinarse particularmente con las autoridades, ha permitido que su actividad sea reconocida como esencial, para no romper sus cadenas de producción. Han debido de acreditar la adopción de estrictos protocolos sanitarios y estarán retomando las actividades detenidas en el mes de marzo, en una reapertura complicada, a partir del mes de junio.

Además de las grandes empresas armadoras que ya han adoptado estrictos protocolos de sus países de origen, el reto es que las medianas y pequeñas empresas que integran sus cadenas de proveeduría sean igual de rigurosas en la aplicación de estas medidas.

Una de las grandes lecciones que está dejando el COVID-19, es el teletrabajo. En países de primer mundo ya era una realidad para muchos sectores, hoy aparece como una alternativa real para los sectores público y privado. Es una herramienta que seguramente perdurará a lo largo de la construcción de lo que se ha llamado “la nueva normalidad”, con varios fines: que las personas que por padecer comorbilidad o cuya edad las ubique en el segmento vulnerable, podrán prevenir un contagio quedándose a trabajar desde su casa, en muchos casos, de manera permanente.

El teletrabajo también permitirá reducir los gastos colaterales de las empresas, tales como renta de inmuebles, luz, agua, etcétera; además de disminuir la generación de contaminantes, ante la circunstancia de un mayor número de personas trabajando desde sus casas y evitando usar sus vehículos o el transporte público.

La educación y formación a distancia también es una alternativa. Lo ha sido en estos tiempos de resguardo, para muchos educandos que han continuado sus estudios desde casa. Seguramente muchas instituciones educativas la adoptarán como una alternativa real de formación. El Instituto de Capacitación Industrial del Estado de México, ICATI, ha incrementado el número de cursos a distancia y seguramente será una modalidad permanente de capacitación.

También el uso cotidiano de herramientas tecnológicas, en donde sobresalen las videoconferencias, se ha integrado a nuestra realidad.

Finalmente, la Norma 035 sobre los factores de riesgo psicosocial en el trabajo tiene una aplicación que, dadas las condiciones, se torna urgente; atender el estrés de los trabajadores que están sometidos a cambios nunca antes vistos, debe ser parte de la agenda de los empleadores. Las autoridades laborales estamos interesadas en coadyuvar para que se visibilicen las problemáticas laborales y sean debidamente canalizadas, atendidas y solucionadas.

La reactivación económica que está iniciando, es un gran reto para los sectores productivos y los distintos órdenes de gobierno. En la definición de los tiempos, las autoridades sanitarias siguen teniendo la última palabra. Ellas nos establecerán los momentos en que podremos pasar de un color a otro, de acuerdo con las variaciones de los niveles de riesgo. Es tarea de todos colaborar, activamente, en la búsqueda de lo que se ha dado en llamar la “nueva normalidad”.

 

                                                                                                                                                  @Martha_Hilda

 

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